Se nos trancó el serrucho, pues, porque una vez que uno elige democráticamente la no democracia (y parece que eso fue lo que hicimos los venezolanos) ya no puede votar cuando cambia de opinión. La mayoría de los venezolanos queremos volver democráticamente a la democracia, pero el dueño del pueblo no nos deja
A estas alturas del partido
comienza a preguntarse uno qué cosa es esa entelequia tan extraña a la que
llamamos pueblo si un gobierno que cuenta solo con el respaldo del 20% de la
población, dice pisotear al 80% restante en nombre del pueblo.
Comencemos por ver que nos trae
el DRAE:
Del lat. populus.
- Ciudad o villa.
- Población de menor categoría.
- Conjunto de personas de un lugar, región o país.
- Gente común y humilde de una población.
- País con gobierno independiente.
La multiplicidad de acepciones de
la palabra contiene en sí misma la confusión que usualmente hallamos en torno
al concepto. Pueblo puede ser toda la población de un país, o solo la gente
pobre, también de una parte de él e incluso el nombre de una localidad. Pero al
margen de estas distintas posibilidades, el pueblo como concepto, tiene una
importancia capital para la idea de democracia, porque la noción de ésta
conlleva que se gobierna en nombre del pueblo, es decir de la totalidad de
éste, o al menos de la mayoría de éste. La idea de pueblo entendida solo como
“gente común y humilde de una población” cuando se usa con demagogia, es una
noción de la que los malos políticos han sacado siempre buenos dividendos a la
hora de decir que gobiernan en nombre de la totalidad. Por ejemplo, se entiende
que cuando el gobierno dice que representa a la mayoría del pueblo, lo que
trata de decirnos es que representa a la gente humilde y no al conjunto de los
venezolanos, puesto que todas las encuestas dicen que la mayoría le adversa.
De lo dicho anteriormente se
deduce aplicando la lógica aristotélica lo siguiente: la mayoría de los
habitantes de Venezuela no es pueblo sino gente adinerada que está en contra
del Gobierno. Cuando este Gobierno comenzó, hace 18 años, contaba con el apoyo
del 80% del pueblo pobre, este pueblo -que pasó a ser rico gracias a la
excelente gestión de la revolución- ahora se ha vuelto en su contra. Si
seguimos por este camino, la conclusión de aquel ministro era entonces exacta:
“si los sacamos de la pobreza se volverán contra nosotros”. ¿Será esto lo que
sucedió? Si es así se trata sin duda de un pueblo ingrato aquel que quiere
revocar a quien le enriquece. En todo caso la realidad parece indicar que lo
que vive la mayoría de los habitantes de Venezuela no es particularmente una
situación de desenfrenada abundancia, sino exactamente lo contrario, casi a
niveles de crisis humanitaria.
Si entendemos el concepto pueblo
como sujeto político y a la democracia como forma de expresión de este sujeto,
solo nos queda un camino: la votación para elegir a los gobernantes o para
cambiarlos y la existencia de la representación popular en los parlamentos,
asambleas o congresos, debidamente electa y donde están representadas la
diversidad de las opiniones políticas de una nación. La noción de pueblo que
quienes detentan el poder en Venezuela es bastante simple, a saber: “pueblo es
todo aquel que me apoya, mientras me apoye. Como nosotros representamos el
camino correcto, todo aquel que se opone a nosotros o bien está equivocado o es
un traidor, contrarrevolucionario, golpista, fascista y ahora -se agrega a la
lista- terrorista, por lo tanto deja de ser pueblo, aunque sea mayoría. La
Asamblea Nacional, por más que haya sido electa por la voluntad mayoritaria de
eso que ellos llaman ‘pueblo’, no lo representa”.
Como puede verse, Venezuela ha
vuelto a eso que se conocía en la edad media como “derecho divino de los
reyes”. Ya no hay por qué elegir nada más, ni gobernadores, ni referéndum por
más que lo contemple la Constitución votada por el pueblo, porque como pueblo
es ahora la voluntad de quien tiene el monopolio absoluto de su representación
perpetua, él y solo él sabe lo que el pueblo quiere por más que la mayoría no
lo acepte.
Se nos trancó el serrucho, pues,
porque una vez que uno elige democráticamente la no democracia (y parece que
eso fue lo que hicimos los venezolanos) ya no puede votar cuando cambia de
opinión. La mayoría de los venezolanos queremos volver democráticamente a la
democracia, pero el dueño del pueblo no nos deja. No cabe duda, la soberanía
reside en Miraflores.
Fuente: Tal Cual