Latest Post



Dos resurrecciones
LA OPINIÓN DE Elías Pino Iturrieta @eliaspino - EL NACIONAL WEB

Lo que se vive en carne propia generalmente lleva a conclusiones absolutas. Hoy consideramos que hemos sufrido le peor como individuos y como miembros de la sociedad, hasta el punto de sentirnos al borde de un apocalipsis. La situación no solo nos convierte en pruebas de una tragedia, sino también en protagonistas de un proceso histórico de trascendencia, aunque  conduzca hacia el abismo. Sin quitarle valor a lo que cada quien padece,  debe saberse que Venezuela ha pasado infiernos peores y ha podido sobrevivir. Algo veremos ahora de esos agujeros, a ver si sirve para que no nos entreguemos del todo a la fatalidad después de saber que los antepasados la pasaron peor y supieron sobreponerse.

La primera calamidad fue la Independencia. Antes de la guerra se habita un paraíso del café y del cacao, si damos crédito a las afirmaciones que el  joven Andrés Bello publica en 1808 para anunciar a Venezuela como “mansión admirable y digna de visita”. Sin embargo, una carta que redacta  el también joven Simón Bolívar en 1814 nos mete en un entorno de pavorosa  destrucción. Escribe a un amigo: “Vuestro país nativo acaba de ser el teatro de las más tristes catástrofes, pues nada existe como era, y todo lo que no ha sido destruido ha sufrido el más espantoso trastorno. Los pueblos enteros han cesado de vivir, y las poblaciones no son más que escombros o pavesas”. El testimonio es corroborado por las estadísticas de investigaciones posteriores, algunas de las cuales se asoman ahora. En 1810 se producen 120.000 fanegas de cacao, pero en 1816 la cifra queda en 25.000. En 1811 se comercian 28.000 quintales de café, pero en 1816 apenas se venden 3.000. En 1811 la autoridad cuenta 4.500.000 cabezas de ganado, de las cuales apenas quedan 256.000 en 1830. Si se agrega el corolario de la pérdida masiva de vidas y  la destrucción de una cotidianidad apuntalada durante 3 siglos, todo desemboca en un  menoscabo de proporciones gigantescas.

La segunda calamidad fue la Guerra Federal, que incendia  el país durante 5 años para que se pronostique de inmediato la desaparición de la república. Ocurren entonces 2.000 combates grandes y pequeños que dejan 200.000 cadáveres en la mayoría de los espacios del mapa, mientras la agricultura se vuelve ceniza,  el comercio se paraliza y las instituciones se convierten en quimera. “La Federación nos ha acabado para siempre”, asegura Ricardo Becerra en 1866. “No volveremos a levantar cabeza”, escribe Pedro Gual en 1867. “Ni un nuevo Páez, ni un nuevo Bolívar nos sacan de este negro pantano”, asegura el obispo de Mérida en 1868. La desaparición de los políticos de mayor experiencia y el ascenso de unos caudillos sin mayor idea de administración y de institucionalidad no augura soluciones inmediatas, para completar.

Después de la Independencia se funda una república que no solo comienza a reparar un panorama de escombros, sino que también ofrece alternativas de sociabilidad moderna que asombran a propios y a extraños. Se levanta el edificio de la república deliberativa, se reaniman los mercados y se piensa como jamás antes en el desarrollo de la sociedad, para que el país se haga de fundamentos que le permiten  pensar en un futuro mejor. Después de la Guerra Federal la colectividad no se desintegra, como ha vaticinado el pesimismo de los contemporáneos. Logra concertaciones asombrosas entre los miembros de la nueva dirigencia, establece contactos fructíferos con el exterior, atiende la educación popular con buenos resultados y se aproxima a los adelantos de la revolución industrial, mediante un trabajo que cierra el portón del anunciado sumidero. En ninguna de las épocas se llega a la tierra prometida, los dos lapsos están llenos de  aberraciones, pero sus criaturas ganan con creces la batalla de la sobrevivencia y el fundamento para pensar que a sus hijos les irá mejor en el siglo XX.

Lo importante de los hechos radica en que fueron realizados por los venezolanos de cada época, partiendo de sus expectativas y sin mayores apoyos del exterior. Salieron ellos mismos del atolladero, desde su modestia y  su prudencia. El lector tal vez sentirá ahora que sus aprietos no son superiores ni exclusivos, pero también puede entender que el ejemplo de los  modelos viejos puede impulsar el remiendo de las cuitas nuevas.


  ¿Dónde están los reales, presidente?
LA OPINIÓN DE Freddy Carquez- EL NACIONAL WEB

Histórica pregunta, presente una y otra vez en la historia política venezolana, pero convertida hoy en una gigantesca piedra de molino atada al cuello de los inquilinos del Palacio de  Miraflores durante los últimos 20 años de nuestra vida política, respuesta imposible de conocer convertida en un secreto insondable para el difunto Hugo Chávez, pero muy presente en su pupilo y heredero Nicolás Maduro, hoy lanzado a la conquista de un nuevo ejercicio presidencial, y en cuyo arsenal deben estar además de los cañones de Vladimir, los dólares de Merentes y los secretos  de su inspirador y maestro.

Y en esta cálida Semana Santa el debate entre nosotros en torno al destino de nuestra comunidad coloca en primer plano la necesidad de financiamiento de la nación, demanda ineludible y que no se resuelve a tiros, ni con amenazas, pero que demanda una gestión de gobierno informada, enérgica y eficiente, que nos permita remontar la cuesta del deterioro del aparato productivo y de los salarios miserables de nuestros ciudadanos, problemas que nos imponen la búsqueda de recursos, entre los cuales debería estar el rescate del dinero saqueado al Tesoro Nacional, cuya cantidad impresiona como importante y sería de gran utilidad para la adquisición de bienes de utilidad pública como los alimentos o las medicinas.

Bienvenidas las bolsas CLAP, responden al deber elemental del gobierno para con la comunidad, destinadas a reforzar la comida cotidiana de nuestra  población, sobran los necesitados, basta apreciar de cerca la capacidad adquisitiva de la población, particularmente de los millones de trabajadores urbanos, una buena parte de ellos desempleados y los otros con ingresos mínimos ampliamente insuficientes, situación en la cual recuperar una buena parte del dinero robado al Estado nos permitiría salir a flote, además de sentar  precedentes en la solución del inmenso cangrejo de la corrupción gubernamental.. 

Soy de los que comparten el criterio de sanciones ejemplares, como la expropiación absoluta de los bienes a los ladrones de la cosa pública, pero parece que aún estamos distantes del convencimiento público de que debe confrontarse el cáncer de la corrupción con procedimientos quirúrgicos.


  Ni quiero, ni pido, ni acepto una intervención extranjera
LA OPINIÓN DE Fernando Ochoa Antich @FOchoaAntich  EL NACIONAL WEB

Aunque no tengo interés en polemizar con quien no lo merece, me siento obligado a hacerlo para beneficio de la verdad. Un fablistán, de los que utilizan la hermosa y trascendente  profesión del periodista para fungir de sicarios morales, me envió una respuesta, con fotografía de primera página en su pasquín semanal, a la  carta que le dirigí al general Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa.

Mandadero como lo es, aunque desconozco al mandante, pero creo saber quién es, lo primero que afirmó fue que mi carta busca incitar al general Padrino a rebelarse en contra del poder civil, asegurando, para darle credibilidad a su mentira, que yo estuve “enredado” en la fracasada insurrección del 4 de febrero de 1992. Sostiene que el teniente coronel Jesús Urdaneta Hernández, uno de los jefes de la asonada militar del 4 de febrero, lo afirmó, en 1993, en una entrevista. Afortunadamente, el teniente coronel Urdaneta está en capacidad de ratificar o negar esa acusación y bastaría solo con preguntarle qué elementos tuvo, si es verdad que lo hizo, para pronunciar tal acusación.

También es fácilmente comprobable la conducta institucional que mantuve durante esos acontecimientos, en defensa de la democracia y del gobierno constitucional de Carlos Andrés Pérez. Pero, si fuese cierto, como usted trata de hacer ver, que yo estaba comprometido en dicha insurrección, ¿no le sorprende que, después de haber combatido y sometido a la justicia a los complotados en dicho alzamiento ese aciago día, ninguno de ellos me haya llamado traidor?

Tengo más de veinte años escribiendo semanalmente un artículo de opinión en oposición al régimen chavista. Si hubiese habido una sola  razón moral para señalarme alguna actuación indebida de mi parte, estoy seguro de que el teniente coronel Hugo Chávez o cualquier otro oficial comprometido en la asonada lo hubiesen señalado públicamente. Así mismo, me enorgullece el trato digno y respetuoso, acorde con su grado militar y  su condición humana, que tuvieron los detenidos militares. Si usted lo duda, escuche la  declaración de la madre del mayor general Miguel Rodríguez Torres, quien reconoce el trato justo que tuvo su hijo el 4 de febrero de 1992 y la manera inhumana en que está siendo vejado por la dictadura madurista

Su aventurera acusación de que estoy conspirando para que la FAN derroque al presidente Nicolás Maduro, o, la más aventurera aún, de que demando una intervención militar extranjera, me llevan a concluir que ni usted ni su mandante han logrado entender el contenido de mis artículos, o, lo más probable, es que usted forme parte del aparato de desinformación al servicio de la dictadura. 

Exigirle al ministro de la Defensa, con la seriedad que el caso requiere, analizar las declaraciones que sobre la situación de Venezuela han dado públicamente connotados miembros del gobierno estadounidense, incluido su presidente y otros mandatarios y parlamentarios de la Unión Europea y de América Latina, y en consecuencia tratar el tema de manera respetuosa, pero leal y firmemente, con el presidente de la República para hacerle ver el riesgo que puede existir en contra de nuestra soberanía y sugerirle alguna solución, lo menos traumática posible, al caos que vivimos, ¿puede constituir una incitación a la rebelión? ¿Creerán usted y su mandante que unos “ejercicios cívico militares” son una respuesta seria a tan delicada situación? La Fuerza Armada Nacional tiene la obligación moral de ser factor para evitar que una crisis nacional, como la actual, comprometa la estabilidad de la República.

Usted cree ofenderme cuando afirma que fui ministro en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. Todo lo contrario. Me siento realmente orgulloso de haber desempeñado, en medio de una grave crisis nacional, los ministerios de la Defensa  y de Relaciones Exteriores y haber sido, en cierta forma, un factor en el proceso político que permitió la transición pacífica a las elecciones presidenciales de 1993. Los presidentes Carlos Andrés Pérez y Ramón J. Velásquez siempre me dieron permanente ejemplo de patriotismo y respaldaron con firmeza mi intransigente posición de defensa de la soberanía nacional. Los gobiernos democráticos, con aciertos y errores,  se caracterizaron por establecer políticas nacionalistas que, con gran equilibrio e inteligencia, lograron garantizar el bienestar de los venezolanos y, al mismo tiempo, mantener una absoluta independencia en nuestra política exterior y de defensa. Ejemplos sobran: la creación de la OPEP por Rómulo Betancourt; la construcción de la represa del Guri por Raúl Leoni; la nacionalización del gas por Rafael Caldera; la nacionalización del petróleo y la posición en apoyo de la independencia del Canal de Panamá mantenida por Carlos Andrés Pérez; el respaldo de Luis Herrera Campins a Argentina en la guerra con Inglaterra; y la posición firme que mantuvo Jaime Lusinchi en defensa de nuestra soberanía, en el golfo de Venezuela, durante la crisis de la corbeta Caldas.

Usted mantiene que yo he sido un hombre vacilante. No confunda serenidad y prudencia con vacilación. Mi actuación el 4 de febrero así lo indica. El que solo haya habido 39 muertos en una insurrección de esa magnitud muestra el control que tuve sobre las  operaciones y el celo que hubo en todos los mandos de las Fuerzas Armadas Nacionales para evitar bajas innecesarias. Usted también busca comparar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, nombrada de esa manera irrespetando el artículo 328 constitucional, con las Fuerzas Armadas Nacionales.  Se equivoca de nuevo. Son las mismas. Allí existen y se mantienen, a pesar de la inconveniente ideologización política permitida por los ministros de la Defensa y los Altos Mandos en estos dieciocho años de desgobierno, los mismos valores que se fueron creando en más de cien años de profesionalismo militar. De todas maneras, por respeto a mis lectores y no a usted que no lo merece, voy a recordar que en 1998 las Fuerzas Armadas Nacionales competían por el primer puesto con la Iglesia Católica como la institución más prestigiosa de Venezuela. Analicen mis lectores cualquier encuesta reciente. Allí verán que la institución armada ocupa los últimos lugares de prestigio nacional. La causa está a la vista. El interés de los gobiernos chavista y madurista de ideologizar y corromper a sus cuadros para debilitarla y controlarla.

fochoaantich@gmail.com


 Entre tramas

LA OPINIÓN DE Elsa Cardozo -EL NACIONAL WEB

Las más truculentas se asoman en las noticias y suscitan especial atención entre nosotros los venezolanos, no por casualidad: son tramas internacionales que favorecen a los autoritarismos en su afán por consolidarse. Vienen a ser muestras de lo que elegantemente  se ha dado en caracterizar como ejercicios de “poder punzante”, objeto de un reciente estudio que con el título de Sharp Power publicaron el Foro Internacional para Estudios Democráticos  (NED) y el Fondo Nacional para la Democracia (Forum). Hay gradaciones en tales modos de actuar con sus variables pero esenciales opacidades, pero siempre se aproximan más a conductas francamente injerencistas que a las de acercamiento e influencia política, económica o cultural. Asomémonos, apenas, a tres ilustraciones.

De la trama rusa conocemos no solo lo que se va sabiendo de las investigaciones abiertas en Estados Unidos sobre la  interferencia en la campaña electoral para favorecer el triunfo de Donald Trump. Hay otras referencias y pruebas en las estrategias de desinformación y de noticias adulteradas cuya difusión favorece a gobiernos, y a candidatos a serlo, que sean considerados afines a los propósitos rusos de debilitar las democracias occidentales y sus acuerdos. Así ha sido denunciado en el Reino Unido, Francia, Alemania y en caso catalán, entre otros. Por aquí tenemos nuestra muestra en la mezcla de declaraciones, informaciones y desinformaciones que sobre Venezuela dan a conocer voceros gubernamentales y medios como Rusia Today y Sputnik. Casos más violentos, sea la modalidad de intervención que precedió a la anexión de Crimea o  la de los envenenamientos de espías, se mueven a otro nivel de ejercicio de poder, con rudeza y poco disimulo, revelador también de la escalada de riesgos que por ganar influencia mundial está dispuesto a correr el régimen que preside Vladimir Putin.

De modo más sutil, pero alejándose del poder “blando” de la influencia, se desarrolla la trama china. Ha transitado desde la tesis del ascenso pacífico y su énfasis en el desarrollo de negocios y vínculos comerciales y financieros hacia la creación de una red global más allá de su manifestación de influencia más tradicional como, por ejemplo, los Institutos Confucio. El giro económico y político de la cada vez más poderosa presidencia de Xi Jinping proyecta los intereses chinos ya expresamente como los de una potencia dispuesta a aprovechar las aperturas de la globalización y a fortalecer su peso geopolítico y sus capacidades militares. Para ello esta trama cuenta con un tejido de relaciones económicas mundiales y ambiciones adicionales como en los gigantescos proyectos de la Franja y la Nueva Ruta de la Seda que se dibujan entre el occidente de Europa, Eurasia y el Lejano Oriente. Es una proyección internacional menos truculenta que la rusa, pero no inmune a los impactos de la corrupción, las tentaciones de manipulación de la dependencia económica y el silenciamiento de cualquier asomo de escrutinio a China y sus socios sobre derechos humanos, libertades o Estado de Derecho. Encajan bien en el argumento  las coincidencias chinas con Rusia al bloquear iniciativas de las Naciones Unidas para la protección de derechos humanos en regímenes como los de Siria y Birmania, así como en el apoyo a recortes presupuestarios para las tareas de la ONU en esta materia.

En medio de las dos ilustraciones previas puede colocarse un tercer conjunto de tramas, que para los venezolanos funcionan como una sola. Es muy cercana y en su tejido participaron muy activamente los cuatro socios más estrechos de la Alianza Bolivariana, con el inescrutable nudo entre Cuba y Venezuela en el centro,  así como gobiernos que le fueron tan cercanos en la política y los negocios y negociados, como los de los Néstor y Cristina Kirchner y el de Luiz I. Lula Da Silva. Todo ello con el uso intensivo de recursos dispuestos por el gobierno venezolano, sin importar la exposición del Estado y de los venezolanos a alianzas y simpatías generadoras de todas las pérdidas de autonomía imaginables, así como de costos y riesgos incalculables. Esa trama se caracterizó por la penetración de procesos políticos e injerencia en asuntos altamente sensibles de otros países y de la propia Venezuela, sin respeto por la soberanía en sus más esenciales dimensiones, y por el debilitamiento de los acuerdos internacionales de salvaguardia de los derechos ciudadanos. El tejido se ha ido deshaciendo, salvo parcialmente en la muy pragmática versión de los beneficiarios que van quedando en medio del aparatoso derrumbe del proyecto y los recursos venezolanos en los que se sustentaba. Están a la vista los residuos de una trama que se descubre cada día más truculenta, entre corrupción e ilícitos a los que se suma el visible deterioro de la calidad de vida de los venezolanos, al lado de las acciones y omisiones gubernamentales que lo agravan, nacional e internacionalmente.

Por necesario que sea, no deja de ser muy pesado para el ánimo de los venezolanos pasearnos por estos asuntos. Lo cierto es que también es necesario, y más bien alentador,  identificar otras tramas, nada truculentas y muy respetables, como las que leemos sobre las solidaridades internacionales y nacionales ante la tragedia de Venezuela. Una mirada a la franca preocupación e iniciativas que mantienen gobiernos, organismos internacionales y organizaciones sociales dibuja un mapa muy distinto del mundo. En lo que va de año, en breve e incompleto recuento, se han pronunciado en defensa de los derechos fundamentales de los venezolanos y ofrecido sus apoyos, aparte de gobiernos como los que acogen a nuestros emigrados, el Grupo de Lima, el Consejo Permanente de la  OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en dos informes, el Parlamento y la Alta Comisionada para la Política Exterior de la Unión Europea, el Consejo de la Unión Europea, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), a los que se suman respetables organizaciones no gubernamentales internacionales como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y Transparencia Internacional.

Y recordemos finalmente lo más importante, lo que merece atención especial que escapa al alcance de estas líneas y de las elucubraciones sobre el poder: que nacionalmente hay una red de franca solidaridad con los necesitados y oprimidos, tejida desde la sociedad. Se manifiesta de mil maneras, más y menos estructuradas o permanentes, pero cada día más presente y necesaria, a la vez que  necesitada de nuestro apoyo.


Otra vez abril
LA OPINIÓN DE Raúl Fuentes-EL NACIONAL WEB

Esta semana ha sido, para los que aquí moramos, más profana que santa.

A las sórdidas revelaciones que pusieron de bulto el tráfico carnal – prostitución de alto coturno– que, para satisfacer la lujuria de jerarcas del chavismo, se ocultaba tras la mampara del certamen Miss Venezuela y el anuncio de una reconversión monetaria que, además de maquillar la hiperinflación, comporta, según malician entendidos, ¡fíjense bien!, un aumento sustantivo y no decretado del precio de la gasolina, se sumó una adelantada reinterpretación de la quema de Judas que la tradición pauta para hoy a manos de la justicia popular.

No ardió Chávez, prematuro avatar del Iscariote, en una hoguera purificadora; pero su réplica, broncíneo monigote, duro de tumbar como el que sabemos –regalo de Vladimir Putin al pueblo de Sabaneta, cuna del redentor bolivariano, a cuenta vaya usted a saber de qué favores–, fue chamuscada, apedreada y zarandeada: se mantuvo en pie a pesar de todo, pero su menoscabo y pérdida de valor simbólico fueron noticia ampliamente difundida en medios internacionales. La agencia Sputnik y el canal RT (Rusia Today) redujeron el hecho a un acto de vandalismo consumado por bárbaros iconoclastas, ocultando las razones que lo motivaron, que sí fueron explicitadas por la prensa independiente.

Y, por si fuera poco, el miércoles, mientras centenares, quizá millares de creyentes vestían sus sayos púrpuras a objeto de saldar sus deudas con el Nazareno, se produjo, en la Comandancia General de la Policía de Carabobo (Valencia), un motín que derivó en inexplicado incendio y provocó la muerte de al menos 68 personas (10 de ellas mujeres) –dato suministrado por el espurio fiscal Saab que investigará, promete, lo sucedido, a fin de archivarlo en la gaveta del olvido, y exculpar de la masacre a Iris Varela y los esbirros que prendieron fuego a los reclusos–; se trata de una espeluznante ejecución masiva que hace de esta la peor tragedia ocurrida en la historia penitenciaria de Venezuela. Y mire que ha habido unas cuantas.

Más obsceno que sagrado ha sido el discurrir de la Semana Mayor, preludio del primaveral mes de abril que hoy comienza con su oferta de colores y fragancias, mas también con amenazantes espectros de ayeres ahitados por protestas multitudinarias, golpes, contragolpes y el temor a que las descargas de fusilería y el traqueteo de ametralladoras que suelen acompasar el ruido de sables acallen el eco de las Siete Palabras y las notas del Popule Meus y de los cánticos entonados durante la vigilia pascual. Digresión aparte, barrunto que el nombre de pascua florida, como también se denomina al Domingo de Resurrección –día de gloria para la cristiandad que celebra la salida de Jesús de su tumba y su ascensión a los cielos para ocupar el lugar que corresponde a quien es vértice del misterioso y santísimo triángulo conformado por las tres divinas personas, aspectos o atributos insondables del Dios único de los cristianos–, tiene que ver con que ese renacer de Jesús al tercer día de haber sido crucificado se celebre en primavera. Así lo dictan los evangelios canónicos, sin importar que en el hemisferio sur la magna conmemoración tenga lugar en otoño.

Confieso que no soy creyente y, aunque no puedo afirmar taxativamente que soy ateo, pienso, a riesgo de que se me tome por blasfemo, que fue el hombre quien creó a Dios a su imagen y semejanza y no al revés, y que, tal vez, los agnósticos tengan razón al sostener que es imposible demostrar su existencia o inexistencia. La salvedad procede porque intuyo probable que los evangelistas no llegaron a pensar que el orbe pudiese exceder las fronteras del imperio romano y mucho menos que medio mundo en sus antípodas. Y, sin embargo, ya usted ve cómo la idea de un supremo hacedor convoca seguidores en toda la redondez del globo, de modo que sería una majadería minimizar la significación que estos días tienen para ese ciudadano corriente y doliente, ese que conserva intacta su fe en el altísimo, a pesar de que, como bien sentenciase hace un año el arzobispo de Coro, monseñor Roberto Lückert, “es imposible rezar con la barriga vacía”; y, a juzgar por la poca resistencia que encuentra la dictadura a la cruzada continuista emprendida por su mascarón de proa, pareciera que quienes sufren el rigor de la opresión se han resignado a calarse el calamar rojo.

Olvidaron aquello de “el pueblo unido, jamás será vencido”, entre otras cosas, porque no encuentran una figura que les entusiasme ni un programa al cual adherirse. Se desvanecen las expectativas generadas por una alianza suprapartidos que prefiguraba una auténtica primavera para el movimiento democrático. De momento, la Iglesia y las universidades son únicos  portavoces confiables de la esperanza.

Y si, tal como evidencian los sondeos de opinión, son estas las instituciones con mayor predicamento en la sociedad venezolana, con ellas deben contar quienes se propongan conducir una insurgencia popular contra las pretensiones continuistas de la dictadura, incluso a través del rapaz halcón que revolotea alrededor de la presa presidencial, no en cuanto ave de cetrería sino en tanto que pájaro de mal agüero, ¡ojalá estemos equivocados! En el Aula Magna de la casa que vence las sombras se celebró el evento Venezuela unida no se rinde, es hora de cambiar, vinculado a la conformación del anhelado frente, que, desafortunadamente, no termina de cuajar. 

Tres casas de estudios superiores ―UCV, USB, UCAB― encendieron las alarmas con los hallazgos de su Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, referencia ineludible para el diseño de un programa de transición; por su parte, la Conferencia Episcopal, al precisar que “la nación se ha venido a menos, debido a la pretensión de implantar un sistema totalitario, injusto, ineficiente, manipulador, donde el juego de mantenerse en el poder a costa del sufrimiento del pueblo es la consigna”, manifestó que el plan de la patria ha sido nefasto para el país, y las propuestas gubernamentales han propiciado la corrupción. Esta postura es un ejemplo si se quiere superar el toreo de salón en que ha devenido el ejercicio político de una dirigencia con vocación de oposición a perpetuidad. Pensemos en ello al término de estos santificados días, mancillados por falaces resurrecciones, cual la de todos los muertos inscritos, gracias a la milagrosa Tibisay, en el registro electoral para votar a Nicolás en un mano a mano consigo mismo, pues el cernícalo como que tiene plomo en el ala. Estamos en abril, ¡que Dios nos agarre confesados!

rfuentesx@gmail.comConfieso que no soy creyente y, aunque no puedo afirmar taxativamente que soy ateo, pienso, a riesgo de que se me tome por blasfemo, que fue el hombre quien creó a Dios a su imagen y semejanza y no al revés, y que, tal vez, los agnósticos tengan razón al sostener que es imposible demostrar su existencia o inexistencia. La salvedad procede porque intuyo probable que los evangelistas no llegaron a pensar que el orbe pudiese exceder las fronteras del imperio romano y mucho menos que medio mundo en sus antípodas. Y, sin embargo, ya usted ve cómo la idea de un supremo hacedor convoca seguidores en toda la redondez del globo, de modo que sería una majadería minimizar la significación que estos días tienen para ese ciudadano corriente y doliente, ese que conserva intacta su fe en el altísimo, a pesar de que, como bien sentenciase hace un año el arzobispo de Coro, monseñor Roberto Lückert, “es imposible rezar con la barriga vacía”; y, a juzgar por la poca resistencia que encuentra la dictadura a la cruzada continuista emprendida por su mascarón de proa, pareciera que quienes sufren el rigor de la opresión se han resignado a calarse el calamar rojo.

Olvidaron aquello de “el pueblo unido, jamás será vencido”, entre otras cosas, porque no encuentran una figura que les entusiasme ni un programa al cual adherirse. Se desvanecen las expectativas generadas por una alianza suprapartidos que prefiguraba una auténtica primavera para el movimiento democrático. De momento, la Iglesia y las universidades son únicos  portavoces confiables de la esperanza.

Y si, tal como evidencian los sondeos de opinión, son estas las instituciones con mayor predicamento en la sociedad venezolana, con ellas deben contar quienes se propongan conducir una insurgencia popular contra las pretensiones continuistas de la dictadura, incluso a través del rapaz halcón que revolotea alrededor de la presa presidencial, no en cuanto ave de cetrería sino en tanto que pájaro de mal agüero, ¡ojalá estemos equivocados! En el Aula Magna de la casa que vence las sombras se celebró el evento Venezuela unida no se rinde, es hora de cambiar, vinculado a la conformación del anhelado frente, que, desafortunadamente, no termina de cuajar. 

Tres casas de estudios superiores ―UCV, USB, UCAB― encendieron las alarmas con los hallazgos de su Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, referencia ineludible para el diseño de un programa de transición; por su parte, la Conferencia Episcopal, al precisar que “la nación se ha venido a menos, debido a la pretensión de implantar un sistema totalitario, injusto, ineficiente, manipulador, donde el juego de mantenerse en el poder a costa del sufrimiento del pueblo es la consigna”, manifestó que el plan de la patria ha sido nefasto para el país, y las propuestas gubernamentales han propiciado la corrupción. Esta postura es un ejemplo si se quiere superar el toreo de salón en que ha devenido el ejercicio político de una dirigencia con vocación de oposición a perpetuidad. Pensemos en ello al término de estos santificados días, mancillados por falaces resurrecciones, cual la de todos los muertos inscritos, gracias a la milagrosa Tibisay, en el registro electoral para votar a Nicolás en un mano a mano consigo mismo, pues el cernícalo como que tiene plomo en el ala. Estamos en abril, ¡que Dios nos agarre confesados!

rfuentesx@gmail.com


Maduro: El petro hoy es un hecho concreto

EL UNIVERSAL

En un mensaje difundido a través de su cuenta de Twitter, recordó que se cumplen nueve años desde que Hugo Chávez mencionara esa criptomoneda.

Caracas.- El presidente de la República, Nicolás Maduro afirmó que "hoy es un hecho concreto" gracias a la materialización de la criptomoneda nacional, el petro.

En un mensaje difundido a través de su cuenta de Twitter, @NicolasMaduro, recordó que este sábado 31 de marzo se cumplen nueve años desde que Hugo Chávez mencionara en público la idea de una nueva divisa que acabará con la dependencia del dólar.

"Tenemos la idea, y por primera vez lo voy a comentar en público, de una moneda internacional que a mí me emociona: el petro", Hugo Chávez, Qatar, 31/03/2009.¡Hoy es un hecho concreto, venceremos!", escribió el mandatario citando las palabras del presidente Chávez.

El propósito de esta idea era crear "una petromoneda que se fundamentara en las grandes reservas de petróleo que tenemos algunos países del mundo", indicó Chávez ante los medios de comunicación, reseñó AVN.

El proyecto fue retomado por Maduro, quien en diciembre del año pasado anunció la creación de el petro, medida que se concretó el pasado 20 de marzo con su lanzamiento oficial.

El petro, es el primer critoactivo emitido por un Estado y el único respaldado con 5 mil millones de barriles de petróleo del Bloque Ayacucho de la Faja Petrolífera del Orinoco "Hugo Chávez", así como en reservas certificadas de diamante, gas y oro.

El pasado 25 de marzo comenzó la venta oficial de la criptomoneda venezolana el petro, tras completar el proceso de preventa en el que se recibieron 200.927 ofertas de intención de compra provenientes de 133 países, por un monto de 5.025 millones 181.787 dólares.

Author Name

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.