No solamente a Maduro le conviene que haya comenzado una nueva temporada de beisbol profesional, al venezolano común también
No solamente a Maduro le conviene
que haya comenzado una nueva temporada de beisbol profesional, al venezolano
común también. Para el primero, es la oportunidad de que los segundos lo dejen
en paz un rato, aunque en los estadios nadie podrá parar el “y va a caer, y va
a caer, este gobierno va a caer”.
Para los segundos es el espacio
para salir de la rutina de las colas, las marchas, los empujones en el Metro,
los atracos en plena parada de las busetas y las sempiternas cadenas del
sucesor del Príncipe de Sabaneta.
Mi compadre Rosendo López, alías
“siemprevivo”, era uno de los más contentos con esta nueva temporada. Es tan
apasionado al beisbol que a sus hijos varones los bautizó con los nombres de
Chico López (por Carrasquelito); Luísaparicio López (por nuestro Hall de la
Fama); y Vidal (el que salió mejor parado) López, por El Muchachote de
Barlovento. A la hembra le puso Dámasa (por el Blanco de Curiepe).
Rosendo es un asiduo visitante
del Universitario y un impenitente caraquista. Dicen que alguna vez se ofreció
de Bat Boy cuando se enteró que el titular del equipo, el popular Leigmer
Morales, estaba en cama por una fuerte gripe. Nunca me lo ha confirmado, ni
negado. Pero lo que sí es cierto es que desde que comienza cada temporada,
Rosendo manda a la tintorería sus 6 camisas del equipo y solo hasta después de
la Serie del Caribe lo volveremos a ver vestido de paisano.
Por casualidad ayer lo vi, usaba
la camisa en cuya espalda se ve el número 32 en honor a Bob Abreu. Me comentó
que había ido al estadio la noche anterior y me juró que no volvería. No le
pregunté qué le había sucedido para tomar tal determinación, mi interrogante
fue más bien sobre lo que haría con el abono. Pregunta con piquete al revés
aspirando que su respuesta fuera obsequiármelo. Me soltó que este año no tuvo
para pagar los 350.000 Bs. que costaba. Volví a la realidad.
Con cara de indignación fue soltando
su historia: “Me fui con Carmencita al estadio, si esa misma, la que es
secretaria de Presidencia, la que tengo más de un año atacando y nada. Me
aceptó la invitación pero se apareció con dos tarajallos más grandes que yo,
diciendo que eran sus sobrinos y que también les gustaba el beisbol. Bueno, ni
modo, a lo hecho pecho, nos fuimos al estadio en Taxi, mi carro está parado por
una pinche goma que no se consigue y me la quieren vender por un ojo de la
cara. La carrerita me salió por 5.000 Bs.”. En este punto su expresión era la
misma del gato con botas en la película aquélla.
Continuó sin pausa: “Las entradas
me salieron a 1.050 cada una (4.200 Bs. por los 4). Al llegar dijeron que se
les antojaba una hamburguesa porque no habían comido. Pagué por cada una 4.500
Bs más 1.000 bolos por el refresquito. En esa sentada se me fueron 22.000
Bolívares. Viendo el juego nos tomamos las cervecitas, es inevitable. Pero los
tarajallos también le jalaban a la cebada. Total 21 cervezas a 600 Bs., sumaron
12.600 Bolívares. Ni te cuento que a mitad de juego se antojaron de perros
calientes, no sé donde les cabe tanta comida. Compré 3 a 1.500 Bs. cada uno,
pague 4.500 Bolos.”.
Sin pausa agregó, “concluido el
juego, lo que me temía. Salieron con hambre y además de las cervezas del
estribo, pidieron dos parrillas, sude frío ya que vi el precio y eran 7.000 Bs.
por cada una. El antojito me salió por 15.900 Bolívares. Menos mal que hasta
los que venden chucherías tienen punto de venta, porque si no preso iba a ir.
Al final, los mande para su casa en Taxi (8.000 Bs. más porque era para Los
Teques) y me fui a la casa a pie porque no me quedó ni para tomar un autobús.
La nochecita me salió en 72.200 Bs. Resultados de la jornada: El equipo perdió,
me fui con 0 hit, 0 error, 0 carreras y limpio e’ bola”.
Cuando creí que todo estaba
dicho, Rosendo soltó esta perla: “cuando llegué a la casa, mi mujer estaba que
echaba chispas porque habían cortado la luz, el gas y el teléfono por falta de
pago y cuando le dije que no tenía plata, se puso más endemoniada que manager
viendo poncharse a Galarraga con 3 en base”. ¿Cómo arreglaste todo?, increpé,
“¿Arreglar?, venía a hablar contigo para ver si me alojabas en tu casa”. Me
pregunto, qué será mejor, ir al estadio o quedarse en casa escuchando a Maduro.
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