Cae el sol con fuerza y Marling está sofocada con su barriga de siete meses en la fila que serpentea un supermercado de Caracas. Tiene un 177 pintado en un brazo y estalla en cólera al saber que se acabaron los pañales que iba a comprar, reseña AFP.
Conocidos por su derroche de buen
humor y trato amistoso, muchos venezolanos, según expertos, sufren un
desequilibrio emocional por la crisis económica, la violencia criminal y el
agotador conflicto entre el gobierno de Nicolás Maduro y una oposición que
busca sacarlo del poder con un referendo revocatorio.
“¿Cómo no me van a dar ganas de
llorar? Estoy aquí desde las cuatro de la mañana y da rabia hacer horas de
colas y llevar una o dos cosas o nada. Estoy cansada de esto. Va de mal en
peor”, dice a AFP Marling Durán, un ama de casa de 27 años, quien deja la fila
pasado el mediodía.
Depresión, angustia, ansiedad,
resentimiento, pánico, pesimismo, paranoia, ira y desilusión componen el
“cóctel emocional” de muchos venezolanos, según Liliana Castiglione y Stefania
Aguzzi, creadoras de “Psicólogas al rescate”, una iniciativa surgida hace 10
meses para ayudar a enfrentar las aflicciones cotidianas a través de internet,
además del consultorio.
“La crisis disparó el estrés y
disminuyó la tolerancia. Afecta las relaciones personales y la salud. Vemos
casos de úlceras, infartos, suicidios, gran agresividad en la calle”, comentó
Castiglione a la AFP.
– Miedos y rabias –
El malestar bulle en las largas
filas que hacen diariamente los venezolanos en busca de productos subsidiados,
ante la elevada inflación -que el FMI proyecta en 720% para 2016- y la escasez
de alimentos y medicinas que agobia al país petrolero, y que Maduro atribuye a
una “guerra económica” de empresarios de derecha.
En la cola de la tercera edad,
Lidubina Calzadilla, una jubilada de 70 años, vecina del populoso barrio
Petare, dice vivir angustiada porque no halla medicamentos para la hipertensión
y una úlcera varicosa. “Me deprimo y me da taquicardia pensando ¿será que ya me
voy a morir?”
En su cálido apartamento donde da
consulta -incluso gratis-, Aguzzi explica que unos sienten “indignación” de
pasar horas en colas donde a veces les marcan números con tinta para evitar
desórdenes, otros tienen “miedo” a ser víctimas de la delincuencia, a que el
dinero no alcance, a no conseguir comida o medicinas.
Sentado en un sillón negro, uno
de sus pacientes, Omar Mendoza, abogado de 45 años, cuenta que hace unos meses
cayó en una profunda depresión: la muerte de su madre, la separación de su
pareja, tres intentos de asalto y una crítica situación económica.
“Tuve que buscar ayuda. Para
peores en la calle, en la casa, en el trabajo, en las colas, todos se quejan.
Uno siente que no hay salida, que no hay posibilidad de cambio real”, comenta
Omar, quien tiene una niña de siete años y otro hijo de 17 que quiere irse del
país.
Las psicólogas también atienden a
personas que sufren un “duelo congelado”. “Sus hijos emigraron, están vivos
pero no están cerca, comentó Aguzzi a la AFP.
Tienen pacientes que sólo
atienden por videollamada porque no salen a la calle cuando empieza a
oscurecer. Caracas y otras ciudades viven de facto toques de queda nocturnos,
pues Venezuela es uno de los países más violentos del mundo con un tasa oficial
de 58 homicidios por cada 100.000 habitantes, cuando la media mundial es de
8,9.
– ¡Cuesta ser optimista! –
Una ola de rumores se expande por
las redes sociales y el boca a boca, lo que que alimenta, según los psicólogos,
el “estrés colectivo”.
“Estamos al colapso, donde la
gente ya no cree y lo peor que puede pasarnos es dejar de creer. Yo trato de
ser positivo; pero voy a bañarme y no hay agua o no hay jabón o no tengo
desodorante porque o no se consigue o está carísimo. Así cuesta mucho ser
optimista”, comentó Omar.
Pero Maduro, quien creó el
Viceministerio para la Suprema Felicidad, advierte que la oposición sepultará
los logros sociales de la revolución del fallecido Hugo Chávez (1999-2013) y
pide a los venezolanos confianza para remontar la crisis en los próximos meses.
“Tendremos una Navidad feliz”, afirma.
Marling quiere referendo porque
“esto o cambia pa’bien o cambia pa’peor”, aunque no simpatiza con ningún líder
opositor; Lidubina, quien siempre apoyó a Chávez, dice que no quiere “saber
nada de votar porque todos son iguales”; mientras, para Omar “si no hay
revocatorio habrá estallido social”.
Castiglione lamenta que “la
desesperanza se ha sembrado en muchos”. “De ahí a la depresión hay un paso, que
lleva al conformismo e inacción”, estimó.
Pero los venezolanos,
acostumbrados a vivir de la renta petrolera, están “aprendiendo”, según Aguzzi.
“Grandes países salieron adelante de profundas crisis, ¿por qué nosotros no?”,
reflexiona.