En la Fuerza Armada Nacional está en desarrollo una situación delicada.
A la sociedad civil, en especial
a los independientes y opositores del régimen, esto pareciera no interesarles
mucho, toda vez que no se traduce en pronunciamientos ni en disidencias activas
y abiertas, como las que vimos en 2002 y 2003. Pero lo que ocurre actualmente
en los cuarteles quizá tenga consecuencias mucho más trascendentes que impulsar
a un grupo de oficiales a tomar una plaza para exigir la salida del Primer
Mandatario.
Las señales sobre lo que sucede
surgen periódicamente, incluso bajo la forma de anuncios oficiales.
El 9 de septiembre, por ejemplo,
el ministro de la Defensa Vladimir Padrino informó que el Presidente había
aprobado una “inversión” de 500 millones de bolívares para la dotación de
dormitorios y cocinas de las unidades militares. En realidad, no es mucho lo
que se gastará, si se toma en cuenta que esta cifra equivale a unos 500 mil
dólares. Pero el anuncio confirma una de las quejas relacionadas con el
deterioro de la infraestructura cuartelaria, al punto que en ciertas unidades
los soldados son enviados a sus casas debido al pésimo estado de las barracas.
Otra dificultad tiene que ver con
la alimentación.
En Anzoátegui pude presenciar a
guardias nacionales que pedían almuerzo en los lugares donde realizan patrullaje.
En el este de Caracas, los comerciantes refieren situaciones similares. Según
el politólogo Vladimir Petit los gastos en este rubro, conocido en los
cuarteles como rancho, siempre han sido fuente de corrupción, debido a la
imposibilidad de ejercer controles para garantizar que el dinero efectivamente
llegue a la tropa en forma de alimentos. Pero este problema ya se ha convertido
en algo cotidiano. En Vargas, por ejemplo, hay unidades de la Guardia Nacional
en las que los uniformados hacen colectas para aprovechar las ferias de
alimentación. En instalaciones de Fuerte Tiuna la carencia de comida también ha
ocasionado quejas esporádicas.
Estos factores generan un estado
de tensión psicológica entre los oficiales subalternos y las tropas, que buscan
por todos los medios hacer llegar su descontento a la alta oficialidad,
saltándose a menudo a sus superiores jerárquicos. Chávez promovió esa práctica.
Le gustaba comunicarse directamente con soldados y oficiales en todos los
niveles de la pirámide castrense. Algo de eso todavía queda.
Esta situación fue analizada
durante una reunión del generalato con el nuevo comandante general de la GN
Antonio Benavides.
La conclusión fue que no podían
permitir semejante práctica, y que las quejas tenían que ser planteadas
directamente ante el jefe inmediato, cuya obligación es evaluarlas y
tramitarlas en los estratos superiores.
Debido a la indiferencia y la
falta de supervisión se ha ido relajando el acatamiento de ciertas normas que
forman parte de la rutina militar. En julio, el titular de Defensa tuvo que
enviar una circular a todos los componentes para recordarles la necesidad de
colocar la cadena de mando completa en la prevención de todas las unidades.
Indicó que debían colocar en el tope la foto de Chávez, indicando que se trata
del Comandante Supremo y Eterno, cosa que los soldados no entienden a cabalidad
pues ya no se trata del presidente en ejercicio, cuya foto a menudo también
falta.
De otra parte, hay unidades a las
que los soldados simplemente no se presentan. Las razones son diversas: invocan
reposos, fueron detenidos o incurren en lo que se denomina “permanencia
arbitraria” fuera del cuartel, lo que quiere decir que se ausentaron sin motivo
aparente. Esto puede representar el 15% de la tropa. Ya se hizo tan frecuente
que ahora resulta muy raro el procesamiento penal por deserción. Generalmente
se hacen expedientes administrativos y se les da de baja. Si a esto se suma las
tropas que no acuden por razones aparentemente justificadas, la porción puede
llegar al 70% del pie de fuerza.
Todo esto merma la moral interna
y dificulta la llegada del “pleno apresto operacional”, del que tanto habla el
titular de la Defensa. A Padrino, además, le resulta muy complicado explicar
cómo es que se pretende elevar el apresto, por una parte, y por la otra se
coloca como prioridad de la institución la Gran Misión Abastecimiento Soberano,
a tal punto que hasta le crearon un Estado Mayor. En los chats de militares las
burlas sobre el general Papa y al almirante Yuca son moneda común.
Con estos factores se puede
explicar el notable aumento en la frecuencia de casos penales en que aparecen
involucrados funcionarios militares.
Las informaciones se suceden cada
vez con mayor rapidez: en Bolívar, una teniente de la Aviación fue detenida por
su aparente vinculación con el intento de hurto de una avioneta que sería usada
por el cartel de Sinaloa; en Yaracuy, un mayor de la GN fue apresado cuando se
constató que había recibido en su cuenta personal una transferencia de un
millón de bolívares, producto de la extorsión a un comerciante; en Anzoátegui,
investigan si los guardias que estaban en un punto de control vial fueron
cómplices en el asalto masivo al equipo de fútbol Trujillanos; en Vargas, un
sargento de la GN fue detenido in fraganti cuando intentaba asaltar a una
bañista de Playa Verde, en moto y con un cuchillo; en Táchira, tres tenientes
del Ejército fueron aprehendidos por el secuestro de un empresario.
Junto a los delitos violentos van
otros, los silenciosos y más organizados . En el fuerte Conopoima, por ejemplo,
se percataron de más de 30 granadas faltantes, luego de una actividad del
Ejército en Apure. Hay una investigación en curso. Estas son las armas que
luego aparecen en manos de la delincuencia común.
Este complejo cuadro trasciende a
la mera coyuntura política. Pero sin duda tiene implicaciones en la pérdida del
ascendiente del jefe del Estado en los cuarteles. También, por supuesto, todos
los problemas que se ventilan en el exterior con respecto a la vinculación del
entorno presidencial en supuestos delitos de drogas y corrupción.
Para mitigar este descontento se
iniciaron censos en los componentes, incluida la Milicia, para determinar
quiénes podrían beneficiarse con la promesa de una vivienda, un vehículo o un
combo de línea blanca. Desde luego, quien se queje o haga comentarios
inapropiados perderá la manzana.
Son factores, medianamente
conocidos por la sociedad civil, que deben ser evaluados en un contexto de la
alta conflictividad política como la actual.
Fuente: ABC de la semana