Sin entrar a calificar el rendimiento entre un gobierno y otro, sobran ejemplos que se expresan por sí solos; al comparar las obras, no hay que hacer ejercicios de memoria ni retroceder tantas páginas de la historia, solo revisar el por qué esa diferencia tan marcada entre la realización y la destrucción: ¿negocio o cambio de política? “El Carabobo de lo Posible” o “Donde nació Venezuela” no fueron simples eslóganes; tampoco aquello de que al salir del túnel de La Cabrera se entraba en una realidad innegable: parecía otro país.
La descentralización jugó un rol de importancia y la Providencia permitió que quien la impulsara, en su destacada labor parlamentaria, resultara ser el primer gobernador de Carabobo, electo por votación popular de un pueblo, y se diera fin a la política bendecida desde la omnipotencia caraqueña. Por primera vez, la dependencia de los recursos de la nación provenientes de sus riquezas, alumbraba el camino de la transparencia y la participación de los estados en el rendimiento de cuentas.
Viendo hoy a nuestro estado en condiciones deplorables, no es solo recordar que las administraciones de los Salas -padre e hijo- se distinguieron por su pasión y esfuerzo para convertir a Carabobo en “el territorio de lo posible”. Ellos tuvieron la experiencia inicial de la descentralización, pero también vivieron las amarguras que sufrieron las regiones en toda la república al recortarles los recursos que por ley les correspondía. Los sufrimientos se fueron remontando en la medida en que la política centralista de la revolución destruía a Venezuela por los cuatro costados.
Las reseñas nacionales son dantescas, muertes sobre muertes, Carabobo no es la excepción: carreteras convertidas hoy en guillotina. La desidia para corregir la mala pavimentación y las fallas en la iluminación, seguridad y vigilancia son parte de esta triste verdad.
La descentralización jugó un rol de importancia y la Providencia permitió que quien la impulsara, en su destacada labor parlamentaria, resultara ser el primer gobernador de Carabobo, electo por votación popular de un pueblo, y se diera fin a la política bendecida desde la omnipotencia caraqueña. Por primera vez, la dependencia de los recursos de la nación provenientes de sus riquezas, alumbraba el camino de la transparencia y la participación de los estados en el rendimiento de cuentas.
Viendo hoy a nuestro estado en condiciones deplorables, no es solo recordar que las administraciones de los Salas -padre e hijo- se distinguieron por su pasión y esfuerzo para convertir a Carabobo en “el territorio de lo posible”. Ellos tuvieron la experiencia inicial de la descentralización, pero también vivieron las amarguras que sufrieron las regiones en toda la república al recortarles los recursos que por ley les correspondía. Los sufrimientos se fueron remontando en la medida en que la política centralista de la revolución destruía a Venezuela por los cuatro costados.
Las reseñas nacionales son dantescas, muertes sobre muertes, Carabobo no es la excepción: carreteras convertidas hoy en guillotina. La desidia para corregir la mala pavimentación y las fallas en la iluminación, seguridad y vigilancia son parte de esta triste verdad.
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