¡Yo miraba que lo maltrataba! Una vecina de Monte Sinaí, en el municipio Miranda, fue de los testigos principales del crimen contra Helisner Yhosmel Pernalete Alfonso, un niño de tres años que visitaba la región por primera vez. Su infancia era normal, pasaba las tardes frente al televisor para ver dibujos animados.
Helisner residía en Puerto Cabello, en La Elvira, junto a su madre y hermanita de seis años. Ambos fueron llevados a Miranda con su padre la segunda semana de noviembre. El los cuidaría mientras su mamá trabajaba en San Cristóbal, buscaba mayores ingresos para las fiestas decembrinas. Lo que nunca imaginaron fue que Helisner no regresaría.
LOS VECINOS DE “EL MOCHO” NO SE ATREVIERON A DENUNCIAR LOS MALTRATOS
Quince días le bastaron al niño para conocer el maltrato por parte de aquel hombre que vio una sola temporada y al que llamaba “papi”. Los vecinos de “El Mocho”, como era conocido el padre del infante, confesaron las torturas que recibió el inocente.
“¡Ahí vas a estar hasta que yo te diga!” repetía “El Mocho” junto a su pareja de 16 años, cada vez que se molestaba con el menor, a quien dejaba con la hermana bajo el sol desde mediodía, por siete horas, como medida de castigo. Los vecinos de “El Mocho” no se atrevieron a denunciar los maltratos, por miedo a represalias. Era muy agresivo.
El 6 de noviembre, en el municipio Miranda hubo sorpresa por la muerte del menor. Se presume que el niño no logró aguantar las ganas e hizo sus necesidades fisiológicas dentro de la humilde vivienda. “El Mocho” se habría enfadado y le propinó un golpe en la cara con una muleta. El niño quedó inconsciente en el piso. Luego lo habría levantado por el cuello y le habría partido la cervical, causándole la muerte.
El niño fue trasladado por el padre y su madrastra adolescente al ambulatorio de Miranda, en el sector El Pajal, el martes 6 de noviembre a las 5:30 a.m. Ellos indicaron que se había caído afuera de la residencia cuando iba al baño. Fue atendido por la doctora de guardia, Natiuska Sciarrino. Al menor le practicaron reanimación cardiopulmonar, pero había sido ingresado sin signos vitales.
AL INFORMAR EL FALLECIMIENTO DEL INFANTE, LA MADRASTRA TOMÓ UNA ACTITUD SERENA MIENTRAS QUE “EL MOCHO” YA SE HABÍA RETIRADO
El personal de seguridad del centro de salud detalló que al momento de recibir a Helisner, el padre abandonó el sitio, y dejó sola a su cónyuge menor de edad en la sala de emergencia. Detallaron la tranquilidad con que el niño habría sido llevado. Al informar el fallecimiento del infante, la madrastra tomó una actitud serena mientras que “El Mocho” ya se había retirado.
Al momento de solicitar una sábana para cubrir la camilla donde se encontraba niño, la muchacha se ofreció para buscarla, pero nunca retornó al ambulatorio. Personal médico observó laceraciones y hematomas en el brazo y llamó de inmediato a funcionarios.
La Defensoría del Niño, Niña y Adolescentes, efectivos de la Policía Municipal, Policía de Carabobo y el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) fueron notificados por el centro de salud para su respectiva averiguación.
Los habitantes al enterarse de la calamidad, trataron de tomar la justicia por sus manos. Se trasladaron hasta la vivienda de “El Mocho”, y quemaron su residencia. Al no conseguirlo, prosiguieron su búsqueda hasta la casa de su mamá, adyacente al ambulatorio.
Efectivos policiales evitaron un ajusticiamiento. “El Mocho” en casa de su madre en el sector El Pajal, calle Francis Obispo fue capturado junto a su pareja de 16 años.
Se presume que el padre reconoció el asesinato de su hijo de tres años y la manera perversa como lo hizo. El caso fue puesto ante el Ministerio Público. Los mirandinos consternados ante estos hechos, solicitan justicia para el inocente.
El carabobeño
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