Michael Bloomberg, quien tomó las riendas de la ciudad a los pocos meses y Bill de Blasio, actual regidor, participaron en el homenaje. También lo siguieron en silencio Donald Trump, el candidato republicano a la Casa Blanca y la aspirante demócrata, Hillary Clinton
De las casi 3.000 víctimas del
11-S, la primera que se apuntó y registró, el muerto 1 de las Torres Gemelas,
era el padre Mychal Judge, capellán del departamento de bomberos de la ciudad
de Nueva York. Se enteró del atentado, fue corriendo a la Zona Cero a dar
consuelo, a orar con los supervivientes y afectados, y así murió con ellas en
el sur de Manhattan. Muchas escuelas católicas lo tienen como su héroe especial
de aquel día y su figura ha despertado una especie de fervor póstumo. Su nombre
sonó en un momento de la mañana de este domingo, junto a los de Paul M.
Benedetti, Ezra Aviles, Matthew Barnes, Diane G. Barry o Mohammad Salman
Hamdani.
Nueva York no recuerda su
atentado más sangriento —el más letal también de la historia estadounidense—
con discursos institucionales, sino con nombrando a todas y cada una de las
víctimas, con nombres y apellidos, de boca de sus familiares en lo alto de un
escenario. El recuento empieza pasadas las ocho y media de la mañana, justo a
la hora en la que este mismo día de 2001 se estrelló en la torre norte el
primer avión secuestrado por los terroristas de Al Qaeda, y continuó hasta el
mediodía.
Este domingo, en el 15
aniversario del atentado, cada uno le rezaba o lloraba a su propio héroe. Un
tipo alto como una torre se subió al estrado con una camisa hawaiana que
resultaba más que llamativa, dada la ocasión, dadas las circunstancias. Cuando
acabó de recitar su lista de nombres y tuvo apenas 20 segundos para referirse a
su hermano muerto, lo aclaró. "George, cada vez que me pongo estas
ridículas camisas me acuerdo de ti, quiero que sepas que nuestros hijos juegan
juntos como lo hacíamos tú y yo". Tras él, la madre de Joshua Todd Aron,
solo lanzó una frase rota: "Te echo de menos todos los días".
Dice Michael Wallace, historiador
de la City of New York University, que las víctimas y testigos del 11-S han
resultados demasiado heridos, traumatizados, como para superarlo, y que incluso
los que no se vieron directamente afectados por el ataque, se enfrentan a un
sentido duradero de vulnerabilidad. "Pero un viejo organismo social de 400
años y ocho millones de habitantes, como es esta ciudad, tiene una gran
inercia, y no es fácil siquiera con semejante catástrofe sacarla de su
camino", afirma.
Rudolph Giuliani, alcalde en el
11-S, Michael Bloomberg, quien tomó las riendas de la ciudad a los pocos meses
y Bill de Blasio, actual regidor, participaron en el homenaje. También lo
siguieron en silencio Donald Trump, el candidato republicano a la Casa Blanca y
la aspirante demócrata, Hillary Clinton, que se tuvo que marchar antes por una
indisposición. Pero el de hoy no era un acto de contenido político. Arrancó a
las ocho y media de la mañana, con los honores a la bandera.
La bandera más famosa de aquel
día —la que tres bomberos izaron entre los escombros, formando una imagen
similar a la de Iwo Jima — se ha encontrado tras años desaparecida. Se había
convertido en un símbolo de resistencia tras el atentado, se perdió y fue
hallada hace poco más de un año en el Estado Washington. Se ha comprobado que
es la del 11-S y se exhibirá en el museo homenaje.
La diversidad de Estados Unidos
que Barack Obama reivindicó ayer mismo en su discurso en el Pentágono encuentra
en Nueva York su quintaesencia. Aquel día que las Torres Gemelas cayeron derribadas
murieron personas de más de 90 nacionalidades; hombres y mujeres católicos,
musulmanes o judíos.