Maduro ha calificado de conspiración los cargos estadounidenses. Su esposa, una figura política poderosa por derecho propio, ha acusado a los agentes estadounidenses de secuestrar a sus sobrinos.
Dos sobrinos de la primera dama
de Venezuela presentaron el viernes su argumento más fuerte de que son víctimas
de un plan estadounidense contra el gobierno venezolano.
Efraín Campo, de 29 años, y
Francisco Flores, de 30, quienes fueron arrestados el año pasado en Haití por
confabularse para contrabandear 800 kilogramos de cocaína a Estados Unidos,
presionaron a agentes federales estadounidenses —a través de sus abogados—
buscando que reconocieran que fabricaron un elaborado plan contra ellos debido
a sus relaciones con la familia del gobernante venezolano Nicolás Maduro.
El arresto en Haití se consideró
tan sensible que el agente especial Robert Zachariasiewicz, quien supervisó la
investigación para la DEA, informó personalmente al ministro haitiano de
Justicia debido a una potencial represalia de Venezuela. En ese momento, Campo
alegaba ser el hijo de Cilia Flores, esposa de Maduro, dijo Zachariasiewicz.
“Pensábamos que el ministro de
Justicia debía estar preparado para cualquier ramificación política”, dijo
Zachariasiewicz.
El caso federal contra los
acusados ha profundizado el alejamiento entre Estados Unidos y Venezuela. El
gobierno del presidente Barack Obama, que ha dicho que el país sudamericano ha
“fracasado obviamente” en respetar sus obligaciones a tenor con acuerdos
internacionales antinarcóticos, ha fortalecido las medidas contra supuestos
traficantes dentro del círculo íntimo de poder en Venezuela, como el encausamiento
del ministro de Justicia, el general Néstor Reverol.
“Esto centra la atención en el nivel de
corrupción y criminalidad dentro del estado venezolano”, dijo Brian Fonseca,
director del Instituto Gordon de Política Pública en la Universidad
Internacional de la Florida. “Eso es importante desde la perspectiva de la
comunidad internacional, no sólo de la estadounidense, donde sólo se pueden
hacer ciertas cosas antes que Brasil, Argentina y Chile comiencen a
pronunciarse, que es lo que hemos comenzado a ver cada vez más con un sentido
de confianza de que no se trata de un régimen legítimo y apegado a la ley”.
Maduro ha calificado de
conspiración los cargos estadounidenses. Su esposa, una figura política
poderosa por derecho propio, ha acusado a los agentes estadounidenses de
secuestrar a sus sobrinos.
La fiscalía tienen un caso
fuerte, que incluye las supuestas confesiones de los acusados de haber fraguado
un plan complejo para introducir cocaína de contrabando en Estados Unidos. Pero
los fiscales federales todavía no han establecido una relación fuerte que
vincule a los sobrinos con la presidencia venezolana. Todavía no se han
revelado varias conversaciones grabadas ni la identidad de fuentes
confidenciales.
Pero el juicio mismo todavía no
ha comenzado. Los testimonios públicos en los últimos dos días se hicieron en
una audiencia celebrada por una moción de los acusados para que el tribunal
desestime sus supuestas confesiones como parte de las pruebas.
Los defensores y los fiscales no
deben usar la audiencia para probar los méritos de sus posturas, pero ambas
partes han revelado aspectos claves del caso.
El viernes, los abogados de Campo
y Flores trataron de desacreditar a los testigos clave de la fiscalía, entre
ellos al menos dos fuentes confidenciales que ayudaron a concretar un acuerdo
con los acusados para contrabandear la cocaína. Los abogados dijeron que
ninguno de los testigos, ni los agentes federales, vieron los 800 kilos de la
droga.
Los abogados defensores John Zach
y Michael Mann dedicaron más de una hora a preguntar cómo una fuente
confidencial cobró al menos $400,000 del gobierno federal, pero siguió
realizando transacciones de drogas no autorizadas, consumió drogas y usó
prostitutas mientras estaba en misiones de la DEA, al tiempo que ocultó
repetidas veces información clave a agentes y fiscales federales.
“Sí, les mentí”, dijo la fuente
confidencial, cuyo nombre no se revela debido a la sensibilidad del caso.
La fiscalía ha dicho que quedaba
claro que los acusados tenían los medios y la capacidad de entregar varios
cientos de kilogramos de cocaína. Zachariasiewicz dijo que los sobrinos eran “los
participantes en el trato”.
“Hace falta mucho para reunir 800
kilogramos de cocaína”, agregó Zachariasiewicz.