El cerco se cierra


El cerco se cierra

Por: Francisco José Virtuoso

Venezuela vive tiempos de cautiverio. Tiempos de opresión. Es mucho el sufrimiento y el dolor de las grandes mayorías, a la vez que se cierran las posibilidades de cambio.

Cada día se agrava más la situación social de nuestro pueblo. Son alarmantes las cifras recientemente publicadas por la Fundación para el Desarrollo Integral del Docente. El 91% de los encuestados dijo que no le alcanzó el dinero para adquirir alimentos balanceados para sus hijos. El 50% de la muestra dijo que sólo come dos veces al día.

 
El estudio realizado en cuatro entidades federales por Caritas – Venezuela, entre octubre y diciembre de 2016 y presentado en enero de 2017, reveló las siguientes conclusiones: “En las parroquias bajo monitoreo de la situación nutricional, el 25% de las niñas y niños evaluados mostraron alguna forma de desnutrición aguda y el 28% mostraron riesgo de desnutrición”. Al evaluar estos datos, el informe concluye que: “los niveles registrados de desnutrición aguda global en las 4 entidades federales en conjunto, son cercanos a una situación de severidad media según el sistema de clasificación de la OMS para evaluar la desnutrición en poblaciones. Para algunos estados específicos como Zulia y Vargas, la prevalencia de desnutrición aguda global ya sobrepasó los umbrales de severidad media y coinciden con los límites que definen una situación de alarma o crisis en los marcos internacionales de clasificación de las crisis humanitarias”.

Sirvan estos datos sólo como referencia para poner en evidencia la gravedad de la situación que padece nuestra gente. En breve, las universidades Central de Venezuela, Simón Bolívar y Católica Andrés Bello darán a conocer a los medios las cifras del estudio de condiciones de vida para el año 2016 y sus comparaciones con los años anteriores.

En medio de tanto sufrimiento, causa alarma e indignación que la élite que detenta el poder político y militar del Estado venezolano se empeñe en cerrar cada vez más la puertas a la expresión institucional del descontento popular que se manifiesta de las más variadas formas y que busca desesperadamente transitar hacia condiciones más humanas de vida. Primero fue cerrar las puertas a la solicitud de referendo revocatorio presidencial, conjuntamente con la postergación de las elecciones regionales y locales. En días recientes el Consejo Nacional Electoral, de acuerdo con la respectiva sentencia del Tribunal Supremo de Justicia ordena un proceso de legitimación de los partidos políticos que busca dos objetivos: el primero, llevar las elecciones regionales para diciembre de 2017, y, en segundo lugar, eliminar una buena parte de los partidos de oposición y del chavismo distintos al gran partido oficial PSUV.


Además de postergar elecciones y sacar del juego a varios partidos, continúa el acoso judicial contra la Asamblea Nacional, diputados de oposición, organizaciones no gubernamentales, etc. Pero como parece que no basta con cercenar las posibilidades de acción de los grupos políticos disidentes, se ha diseñado y puesto en práctica un mecanismo de control oficial directo a todos aquellos que se ven en la necesidad de acudir a los sistemas de compensación que ofrece el gobierno nacional a través las diversas Misiones y programas sociales de los cuales dispone, especialmente de las bolsas de alimentación que distribuyen los CLAP. Se trata del Carnet de la Patria. Una suerte de nueva cédula de identidad que cruza los datos de las personas con su filiación y participación política. Es la reedición de la tarjeta cubana de abastecimiento. En los manuales de texto esta práctica se conoce como Estado corporativo.

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