Ante la crítica escasez que azota a Venezuela, las mujeres con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que se han convertido recientemente en madres enfrentan un dilema con limitadas opciones: amamantan a sus bebés —transmitiéndoles así el virus—, les dan comida sólida antes de tiempo o los dejan morir de hambre.
La alternativa de alimentar a los bebés con leche de fórmula está cada vez menos al alcance de los padres venezolanos. María Pérez, seropositiva y madre de un niño de 11 meses, comparó la búsqueda de este producto para su bebé con una “agonía”.
Este alimento —así como la mayoría de los productos básicos— ha desaparecido prácticamente de los anaqueles de los supermercados venezolanos y cuando se consigue, sólo se puede comprar dos envases por personas y a un elevado costo. “Nosotros hemos pagado 20,000 bolívares por dos potes que nos duran un mes”, contó la mujer, cuyo verdadero nombre ha sido reservado a petición.
90,000 mujeres mayores de 15 años están infectadas con el VIH
El salario mínimo mensual del venezolano fue aumentado en enero de este año a 40,638 bolívares, con lo que los dos potes de leche de fórmula equivaldrían la mitad de un sueldo.
A causa de la problemática que se ha agudizado en los últimos años y parece no tener solución próxima, la organización venezolana StopVIH ha iniciado una campaña online internacional para recaudar fondos para comprar leche de fórmula en el exterior y distribuirla en el país.
2,300 menores de 14 años están infectados con el VIH
Jhonatan Rodríguez, presidente y fundador de StopVIH, explicó que han decidido hacer uso de las ventajas de la tecnología para dar una respuesta a los cientos de niños y mujeres que se ven afectados. “Si ayudamos con las fórmulas lácteas, las madres no se verán obligadas a amamantar a sus hijos”.
“Las mujeres tienen que someterse a una situación bastante dramática y muy ruda de varias horas en largas colas por uno o dos potes de leches que a la final no abastecen realmente la necesidad o no resuelven el problema”, dijo.
Rodríguez señaló que la meta que se han propuesto es de recaudar $15,500 para proveer el producto al menos a 500 niños en varias regiones de Venezuela.
“Es muy duro y muy doloroso”, dijo María Pérez a el Nuevo Herald con un tono de resignación. La mujer contó que para alimentar a su pequeño ha tenido que recurrir a darle jugos y comida sólida desde que tenía 4 meses. Eso sí, enfatizó que iba a hacer todo lo posible por no amamantarlo. “Esa no es una opción, solo le pido a Dios que nos proteja”.
En Venezuela no hay cifras oficiales exactas sobre cuántas mujeres con VIH son madres o cuántos niños se habrían infectado por consumir la leche materna. Sin embargo, las más recientes estadísticas del Ministerio de Salud de Venezuela publicadas en el 2015 indican que hay 90,000 mujeres mayores de 15 años infectadas con VIH y al menos 2,300 menores de 14 años con el virus.
La Organización Mundial de la Salud advierte que “una mujer infectada por el VIH puede transmitir el virus al bebé durante el embarazo, el parto o la lactancia”. Sin embargo, señalan al mismo tiempo que “la administración de medicamentos antirretrovirales a una madre infectada por el VIH o a un bebé expuesto al virus puede reducir significativamente el riesgo de transmisión del VIH por medio de la lactancia natural”.
En el país suramericano esta opción es aún menos factible con una escasez de medicinas que se calculaba en 80% en agosto del 2016 por la Federación Farmacéutica de Venezuela.
La desesperación por localizar la leche de fórmula ha llevado a los padres venezolanos, con o sin el virus, a recurrir a medidas desesperadas que a veces no resultan una adecuada solución.
Hace una semana, una bebé de dos meses de nacida estuvo al borde de la muerte en el estado Zulia (noroeste del país) porque consumió una leche supuestamente mezclada con óxido de calcio que sus padres habían comprado en un mercado de baja reputación.
El nuevo herald
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