El régimen de Nicolás Maduro está apretando su control sobre la distribución de alimentos en medio de la profunda escasez de productos que enfrentan los venezolanos, perfeccionando un perverso apartheid económico donde la afiliación al chavismo es exigida para poder comer.
Es un sistema que busca fortalecer la posición interna de Maduro, cuando más de un 85 por ciento de los venezolanos desea un cambio de gobierno, pero el esquema podría ser explotado por corruptas elites del chavismo y crear el ambiente para una mayor agitación política, advirtió un informe de la firma IHS Markit Country Risk.
El sistema, que comenzó con la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), entidades progubernamentales que distribuyen alimentos sobre la base de la afiliación política de los beneficiarios, ahora se complementa con el establecimiento del llamado Carnet de la Patria, que se usa simultáneamente como una tarjeta de débito y un documento de identidad, señala el informe.
Dado que el régimen ordenó que 50 por ciento de la producción local de alimentos se destine a los CLAP, además de asignarle una importante cuota de los alimentos importados, el programa cobra una importante relevancia en un país donde más de 65 por ciento de los habitantes no come tres veces al día.
“Estas medidas resaltan los esfuerzos de Maduro por incrementar su control del poder a través de un mayor control gubernamental sobre la producción y distribución de comida y con la introducción de un sistema de identificación que podría ser usado para desmotivar protestas en los sectores humildes”, resaltó el informe, elaborado por el analista principal de Riesgo Político, Diego Moya-Ocampo.
El nuevo herald
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