Recibirán 865 millones a cambio de pagar 3,650 hasta 2022, publica economiahoy.mx.
La desesperación de Nicolás Maduro para evitar la quiebra de Venezuela ha llevado al líder chavista a lanzarse a los pies de Wall Street. Con la petrolera nacional PDVSA en una situación cada vez más difícil y el país en medio de una grave crisis social y económica, el Banco Central de Venezuela ha tenido que recurrir a la financiera Goldman Sachs para conseguir financiarse. El BCV le ha vendido unos bonos con vencimiento a cinco años, pero con unas condiciones leoninas. Si los bonos llegan a madurar, el Gobierno deberá devolver cuatro veces su valor, es decir, un interés acumulado del 300%, según informó el Wall Street Journal.
El acuerdo supone poco menos que una rendición financiera de Venezuela, incapaz de obtener crédito por ningún canal ordinario. Según los datos del WSJ, revelados el pasado domingo, la gestora de activos de Goldman Sachs pagó 865 millones de dólares por unos bonos emitidos por PDVSA en 2014 con un valor nominal de 2,800 millones y vencimiento en 2022. Es decir, un descuento del 69% (pagó 31 centavos por dólar como se dice en la jerga financiera) sobre la deuda venezolana con el mismo vencimiento. En total, la deuda asumida por el Gobierno de Maduro es de 3,650 millones de dólares, cuatro veces el efectivo que recibirá. El interés anual ronda el 48%, según los cálculos de la empresa.
El presidente de la Asamblea Nacional venezolana, Julio Borges, envió una carta de respuesta al consejero delegado de la financiera estadounidense, Lloyd Blankfein, en el que se declaraba “preocupado y airado” por el acuerdo. Para el político, “la operación otorga una línea de salvación al gobierno autoritario del dictador Maduro. Su decisión de ayudar al régimen dictatorial supone una violación del Código de Conducta y la Declaración de Derechos Humanos de Goldman Sachs”. Borges acusa a la empresa de “sacarse unos dólares fáciles a costa del sufrimiento del pueblo venezolano”, que “no olvidará” a quién decidió apoyar la financiera en medio de la grave crisis política y social que vive el país.
Según las estimaciones del analista venezolano Frank Muci, que estudió el acuerdo en el portal Caracas Chronicles, este acuerdo podría disparar la deuda del país a un exorbitante 250% del PIB del país en apenas 4 años. “La causa es simple: si tienen que tomar deuda a unos tipos tan altos, se verán obligados a tomar más deuda para pagar los enormes intereses de la deuda antigua, que se amontona exponencialmente… hasta que algo se rompe”, explica.
Los mercados de CDS, seguros contra impagos, estiman en un 95% las posibilidades de que Venezuela quiebre antes de 2022. Goldman Sachs estima que un cambio de gobierno en el país aumentaría las probabilidades de que pagaran la deuda al completo, según el WSJ. Sin embargo, la oposición venezolana ha advertido en numerosas ocasiones que no reconoce ninguna deuda que no haya sido autorizada por la Asamblea Nacional, que no ha respaldado ninguna de las operaciones realizadas por Maduro desde enero de 2016. Además, la pésima situación financiera del país podría obligar a un nuevo Ejecutivo opositor a suspender pagos y solicitar ayuda del FMI para restaurar desde cero las dañadas cuentas públicas.
La caída de los precios del petróleo y el aumento de los costes de financiación ha obligado a Maduro a reducir al mínimo las importaciones de comida para destinar todas las divisas a pagar la deuda. En 2016, las importaciones se desplomaron más de un 50%, hasta apenas 18,000 millones de dólares, pese a que Venezuela necesita importar la mayor parte de los alimentos que consume. El resultado ha sido un gran aumento de la escasez alimentaria, una aceleración de la inflación y el recrudecimiento de la crisis política, con protestas diarias que se acercan a los dos meses de duración.
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