by Néstor Luis Llabanero in Carrusel
@llabanero
Según el estudio Emociones y Política: La fuerza de la esperanza, de la autora Yorelis Acosta, psicóloga de la UCV/Ucab, la tristeza se ubica como la primera de las emociones criollas. Como consecuencia, la sensibilidad de Venezuela está alterada. Así, lo que se cuelga en las redes puede jugar en contra. ¿Intolerancia social o luto de país? Caraota Digital presenta este análisis…
Hace días, la actriz Gledys Ibarra borró de su cuenta de Instagram una foto suya sonriendo. No pretendía, en modo alguno, mostrar su dentadura alineada. Que la tiene. Ni presumir de esos excesos que dejan verse frecuentemente en las redes sociales.
Con la imagen –un close up al estilo selfie– solo quiso invitar al país a no dejarse robar el buen ánimo. Pero, el exhorto no funcionó. Ni siquiera para buena parte de sus seguidores. El post inmediato fue un blockout, una imagen en negro absoluto con una respectiva leyenda en la cual se disculpaba.
Muchos consideraron que la recordada Patria Mía debía suspender su brevísima muestra de felicidad. Al menos, de cara al país público. Y así se lo dejaron saber. La sonrisa, que según sus críticos debía reservarse para el país en privado, fue tomada como una descortesía ante el luto de la nación.
Qué tiene alterado al venezolano…
Como se sabe, Venezuela atraviesa por un proceso de acorralamiento ciudadano por parte del gobierno de Nicolás Maduro que para muchos resulta igual al experimentado por la Cuba que encarceló Fidel Castro en 1959.
La fuerza policial ha sido utilizada para someter al ciudadano que protesta pacíficamente.
“Estar expuesto por largos períodos a este tipo de situaciones (inseguridad, miedo a ejercer derechos como libertad de expresión o el voto) conlleva a otras consecuencias: mayor tolerancia al sufrimiento y se conectan a cogniciones como ´No se puede´, ´No podemos´, creando una sociedad de minusválidos”, evalúa la psicóloga Yorelis Acosta.
Desde hace casi tres meses, los venezolanos resisten la represión en las calles. El efecto de esta ejecución presidencial es conocido: 66 personas han caído. Esto, según el Ministerio Público. En su mayoría, jóvenes víctimas del uso de la fuerza pública.
La ferocidad de la represión en Venezuela resulta para muchos un capítulo inédito. Foto: Felipe Romero
Sin embargo, organizaciones no gubernamentales como el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social dan cuenta de 86 fallecidos desde el 1 de abril de 2017.
Más allá del número exacto de asesinatos atribuidos al contexto de las protestas, el país parece atravesado por sentimientos de pesar.
La tristeza nació en revolución
La acción de los represores ha acentuado el desánimo del país. Esto queda constatado en un estudio de 2015 –aunque revisado hace seis meses– denominado Emociones y Política: La fuerza de la esperanza.
Su autora, la psicóloga Yorelis Acosta, catedrática de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), basó la muestra de su análisis en la ciudad de Caracas y la amplió a 10 capitales de igual número de estados del país.
La investigación, realizada con el apoyo de sus alumnos, partió de la pregunta base: ¿Cuál emoción predomina en usted en este momento: miedo, esperanza, rabia, tristeza, resignación, alegría, repugnancia, expectativa?
El resultado fue el siguiente:
“Los resultados de la investigación son una fotografía del momento y como casi todos los fenómenos sociales no pueden extrapolarse a otras latitudes y momentos”, advierte Acosta para Caraota Digital: “Pero sí permite hacer un diagnóstico de la situación y poder prever situaciones de riesgo”.
La investigadora opina que siendo la tristeza la emoción número uno por tanto tiempo en un sector de los venezolanos, “no es de extrañar el alza en suicidios en un país que carece de servicios de salud mental públicos y donde la crisis económica se ha acentuado”.
“Hay un sufrimiento social general”, estima la docente universitaria: “Basta leer los muros de los conocidos, escuchar el discurso de los venezolanos en los espacios donde la queja social es la protagonista. Entonces, ¿Cómo llevar una vida normal o pensar en la felicidad en un país caracterizado por el dolor, el duelo y la carencia constante?”.
Para Acosta no hay una respuesta única: “Son múltiples las estrategias que los venezolanos han ensayado para intentar cumplir con dos condiciones: vivir y acompañar el dolor de los otros o, en muchos casos, vivir el dolor propio”.
La gente, literalmente desesperada
“No es que en Venezuela haya un ambiente de intolerancia sino un clima de desesperación”, aclara el sociólogo Francisco Coello, profesor de Sociología Política de la Ucab: “La gente está literalmente desesperada”.
Para Coello resulta poco común ver que una sociedad sea afectada en todos los ámbitos de su vida, como ha pasado con Venezuela: “La devastación de los últimos 18 años ha sido de tal magnitud que no hay área que se salve. Nadie puede garantizarse seguridad, alimentación, medicamentos o vacaciones”.
“Cuando uno ve la magnitud de lo que ha ocurrido –linchamientos, asesinatos de manifestantes pacíficos, detenciones ilegales- y ves la reacción de la gente, como salir a la calle a defender una agenda democrática, eso revela un buen signo de una sociedad que no ha comprado el discurso del odio promovido por el gobierno. Estamos bien en el sentido de que hay unos valores democráticos que siguen presentes”.
Celebrar sin perder de vista el dolor
Un reciente logro del país –la clasificación a la final de la Vinotinto sub20 en el Mundial de Fútbol y posterior puesto de subcampeón– dividió opiniones en el contexto de la Venezuela que protesta. La alegría se hizo sentir, pero otros se mostraron reservados. Aunque, vale decir, la balanza se inclinó a favor de resaltar el triunfo deportivo.
Aquí, dos posiciones opuestas en Twitter:
Esta polaridad de puntos de vista es explicable. “La sensibilidad está en clímax y cualquier cosa que expreses puede afectar a otros”, resume la psicóloga social Liliana Castiglione, fundadora junto con Stefánia Aguzzi del portal Psicólogas al Rescate: “En los actuales momentos, con duelos casi a diario más el duelo latente de la probable pérdida del país hay que tener mucha precaución y discreción”.
De acuerdo con Castiglione, “es importante entender que complacer a todas las personas resulta una tarea imposible, pero la situación actual exige solidaridad y humanidad, por lo menos con el mayor número de personas. Celebramos el triunfo de la Vinotinto, aunque sin perder de vista el dolor de nuestros jóvenes fallecidos, tal cual lo hizo el director de la selección, Rafael Dudamel. Eso es sensibilidad, humanidad”.
“Pienso que las publicaciones personales deben manejarse en sintonía y no disociadas de la realidad”, recomienda Castiglione: “Eso sí, no es sano mantenerse en un estado de infelicidad. Lo adecuado es drenar y buscar mantenerse en paz aunque el mundo se caiga, ya que de otro modo es fácil perder el equilibrio, pero pienso que podemos ´bajarle dos´ a la tendencia del ´faranduleo´, a publicar en las redes fotos de fiestas o comilonas. Podemos drenar en privado, cada quien de la manera que le parezca adecuada siempre y cuando no afecte a nadie, es decir, sin herir la sensibilidad nacional, que ya está herida”.
#CaraotaInvestiga La tristeza en #Venezuela nació en revolución https://t.co/ohZBqKTTYo pic.twitter.com/6tMo21RPQ0— CaraotaDigital (@CaraotaDigital) 28 de junio de 2017
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