Razón tenía quien dijo que “las manos que mecen las cunas” son las manos que escriben la historia.
Por: Oswaldo Álvarez Paz
Con emoción sostenida hemos visto la cristalización de una nueva generación de compatriotas, ejemplo para el mundo y orgullo para nosotros. Sólidos, valientes, bien preparados, sin cálculos secundarios prematuros se han convertido en la vanguardia de la lucha por la libertad.
Corajudamente asumen los riesgos y dirigen la resistencia frente a la tiranía gobernante. Desgraciadamente han caído físicamente unos cuantos y centenares están injustamente detenidos al margen de la Constitución y de las leyes. Pero la nación entera los respeta y admira. La hora de la libertad plena se acerca inexorablemente y con ella, la necesaria justicia que coloque todo en el sitio que le corresponde. Las madres de esta gloriosa “generación del 17”, en medio de la lógica preocupación que mantienen por la suerte diaria de sus muchachos, tienen que sentir el orgullo de ser protagonistas fundamentales de cuanto está sucediendo.
Pero, la lucha no ha terminado. Estamos más cerca del desenlace final que hace uno o dos meses. El régimen está más débil y la resistencia opositora mucho más fuerte. Sin embargo, todavía no se puede cantar victoria. Con mayor atención debemos analizar todos los movimientos del oficialismo, especialmente de Nicolás Maduro. Aislado nacional e internacionalmente, condenado al desprecio general ganado por sus disparates insólitos, aún tiene el control de la fuerza bruta, de las armas de la República y la complicidad existencial de quienes saben que las cosas se acercan al final.
La desesperación puede llevarlos a cometer locuras insólitas de las cuales la historia contemporánea de la humanidad presenta varios ejemplos. La apelación a la violencia física e institucional, al terrorismo de las armas cómplices, puede causar mucho daño adicional, pero no será suficiente para detener o derrotar la lucha por la democracia que actualmente se libra.
Trampas fraudulentas se perfilan con claridad. Una de las más graves es la inconstitucional pretensión de convocar una asamblea nacional constituyente popular, comunal o como quieran llamarla. ¿Para qué? Pues pretenden distraer las energías del pueblo que aspira al cambio integral de régimen, empezando por Maduro, e intentar darle rango constitucional a ese monstruoso disparate que fue el llamado plan de la patria. Absolutamente inaceptable.
Las cartas están sobre la mesa. Todo cuanto hacen está a la vista. Se acabó. No hay más espacio para el engaño y la mentira. Libertad y Justicia son las consignas que el momento reclama. Por ellas vale la pena jugársela completa.
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