A Johanna Martínez los doctores le dijeron que se tiene que dializar cuatro veces al día; pero hace poco empezó a hacerlo solo tres veces. Dos años y medio atrás perdió sus dos riñones y ahora está haciendo todo lo posible para ahorrar las pocas bolsas de solución que le quedan en casa. “Cuando me queden menos voy a tener que dializarme menos”, lamentó. Tiene las diálisis contadas: el inventario le alcanza para unos escasos seis días más. Después tendrá que conseguir más bolsas para seguir viviendo. “No me quiero morir”, negó tajante.
El tratamiento es de vida o muerte para la paciente renal del Hospital Dr. Luis Ortega, en Margarita. Antes estaba en la unidad de hemodiálisis y su tratamiento comenzó por catéteres en el cuello y en la pierna. Luego empezaron las complicaciones y las venas se le obstruyeron. “Ya no tienen por dónde agarrarme la sonda”, expresó. Su condición de hipotensa también complica que se trate por esta vía. “Dos veces estuve a punto de morir”, recordó. Por eso tuvo que optar por una diálisis peritoneal, porque ya no había más opción.
Pocas opciones son las que le quedan a Johanna a sus 43 años. Su hija única, de 18 años, no soporta el calvario de la madre en medio de la crisis sanitaria y le dijo que le donará su riñón. Cuando empezó las gestiones para hacer el trasplante, la falta de insumos médicos para su condición golpeó más fuerte.
“Desde hace tres meses no llegaban las diálisis a Margarita. Le preguntábamos a las enfermeras de la unidad y no nos decían nada”, aseguró. Contó que una de las empresas que comercializaba las diálisis cerró sus puertas en el país; la otra, que sigue trabajando, no tiene divisas para importar los insumos.
“Le tengo la dolorosa noticia de que no hay materiales ni divisas“, dijo la encargada de la empresa a uno de los pacientes del Luis Ortega. Johanna fue hasta la sede de la compañía, en Valencia, para escuchar la misma respuesta. Desde entonces, ha buscado cómo sobrevivir con los pocos insumos que aún consigue. “Nos están dando bolsas de personas que ya se han muerto y que todavía las tenían guardadas”, dijo, “ayer le supliqué a una enfermera y me dio una caja (con ocho bolsas). También me donaron una que ya estaba vencida”.
Como Johanna hay cerca de 35 pacientes más con diálisis peritoneal en el centro de salud. Algunos han optado por hacerse la hemodiálisis ante la imposibilidad de conseguir los insumos necesarios. El tratamiento es lo que permite a los pacientes limpiar las impurezas que tienen en los riñones. Si Johanna se hace las diálisis menor cantidad de veces que las indicadas por los médicos, corre el riesgo de hincharse, perder la visión e, incluso, morir.
“No me puedo morir. No me quiero morir”, dijo.
Sin medicamentos
La sala de diálisis del Hospital Dr. Luis Ortega no tiene catéteres ni medicamentos como heparina, heritroproyectina, calcio, hierro, alcohol, vitamina B12 ni pastillas para la tensión. Así lo denunció el diputado neoespartano Jony Rahal.
“Los quirófanos quedaron desvalijados. Solo hay catéteres usados que han sido esterilizados para casos de emergencia”, dijo a Efecto Cocuyo Luisa Terán, paciente con diálisis peritoneal. “Ya no nos dan el hierro ni el calcio ni los hipertensivos que nos daba la diálisis“.
Al igual que Johanna, Luisa tampoco puede pasar a tratarse por hemodiálisis por complicaciones en las venas y por su condición de hipertensa. La mujer, de 63 años, denunció que el problema afecta a pacientes de todas las edades en la unidad.
La situación encendió las alarmas a nivel internacional el pasado domingo 4 de junio. El presidente de la Asociación Centroamericana y del Caribe de Nefrología (Acecanh), Guillermo Álvarez Estévez, se pronunció a través de un comunicado y dijo que los pacientes crónicos renales “están condenados a morir” por la falta de medicamentos y el cierre de los programas de diálisis peritoneal y trasplante renal.
Los pacientes saben que los galenos hacen todo lo que tienen a su alcance e insisten en que las autoridades sean las que les den una respuesta. “Esto no es una cuestión política. Nosotros dependemos de una bolsa”, expresó Luisa Terán, “yo he tratado de hacer mis dietas como deben ser y tomar todos remedios para que ahora yo me venga a morir por una bolsa de diálisis“.
Plegarias no atendidas
Las complicaciones de una enfermedad congénita hicieron que Anahis Alvarado perdiera el riñón derecho. A los 17 años le diagnosticaron insuficiencia renal y en el año 2013 recibió su primera diálisis en el Hospital Clínico Universitario. Ahora tiene 30 años y empezó las gestiones en hospitales y clínicas de la capital para hacerse un trasplante.
“Aún no estoy en lista de espera. Estoy comenzando el protocolo”, contó. Sin embargo, sabe que el nuevo camino no será fácil. “Está difícil porque no se consiguen los inmunosupresores para el tratamiento postrasplante”, dijo.
Francisco Valencia, director de Codevida (Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida) advirtió que desde el año pasado hay intermitencia en el suministro de medicamentos para los pacientes trasplantados.
“En todo el país está ausente Prograf (Tracolimus). Hay Ciclosporina, pero ese medicamento está ausente en presentaciones de 25mg y 50mg. Hay un medicamento, Certican, la presentación de 0,50mg está ausente en el país, no hay disponible”, indicó. Valencia también explicó que los medicamentos para tratar infecciones tampoco están disponibles.
Johanna Martínez busca donantes para poder hacerse los exámenes necesarios y viajar a Caracas para operarse. Si desea colaborar, comuníquese al (0424) 884-3079
Publicar un comentario