March 18, 202507:44:06 AM

Los bonos del hambre, Goldman Sachs apostó por la dictadura


Los bonos del hambre, Goldman Sachs apostó por la dictadura

Mitt Romney, el candidato republicano a la presidencia en el 2008, dijo una frase que no olvido: “Las corporaciones son personas”. Aunque visto desde el 2017 Romney brilla como un santo varón, en aquel momento la frase me pareció chocante y un tanto vil. Resulta que Romney tenía toda la razón desde un punto de vista legal y real.

Aunque la Constitución no menciona a las corporaciones, estas, desde un principio, han tenido ciertos derechos. Primero fue el derecho a que sus contratos sean respetados por el gobierno, lo cual es lógico. Ahora esos derechos corporativos se han multiplicado. Recientemente, la Corte Suprema de la nación reconoció el derecho de libertad de expresión de las corporaciones, y se les permite gastar lo que les venga en gana en campañas políticas porque sabemos que el dólar tiene la última palabra. El Tribunal Supremo también ratificó los derechos religiosos de las corporaciones; se les permite negar beneficios de control de natalidad en los beneficios del seguro médico de sus empleados.

En 1907, en un momento de extraordinaria lucidez y a raíz de un gran escándalo de corrupción, el Congreso prohibió que las corporaciones participaran en campañas electorales federales. Esa prohibición comenzó a desmoronarse 70 años después, y hace siete años, en la decisión conocida como Citizens United la Corte Suprema dio luz verde a las corporaciones a gastar sin límite en nuestras elecciones. Muchos consideran que esa decisión lapidaria es la mata de la desazón política que sufrimos hoy en día, en la que gran parte del electorado se siente marginado de las decisiones de su gobierno.

Hay que reconocer el papel esencial de las corporaciones en una sociedad capitalista y los grandes beneficios que proveen a nuestra economía, nuestros seguros médicos y nuestros planes de retiro. No es que las corporaciones sean intrínsecamente malas. Serán personas, pero no tienen alma. Cuando se enfrentan a un dilema moral, generalmente deciden que lo que importa es el cash. Como las corporaciones tienen mucho más dinero que cualquier ciudadano normal, adivinen a quién escuchan los políticos.

Por eso es que las corporaciones pueden subvertir la democracia, y como vimos esta semana, también fortalecer las dictaduras.

El pasado domingo, el diario The Wall Street Journal reportó que la corporación bancaria Goldman Sachs decidió comprar bonos al gobierno de Nicolás Maduro. Eso le daría al régimen chavista una bonanza de $868 millones, algo que le dará oxígeno al represivo régimen en momentos de asfixia. No importa la falta de garantías, no importan los más de 60 muertos y centenares de heridos en las manifestaciones. No importan los tribunales militares ni las miles de detenciones arbitrarias ni el hambre y la miseria que acosan al pueblo venezolano. Lo que importa es el cash. Goldman Sachs le dará ese rescate millonario al régimen opresor y lo hará a buen recaudo para sus inversionistas, Como Goldman Sachs compró con un descuento del 70 por ciento, en el 2022 los venezolanos que sobrevivan el actual régimen tendrán que devolverle a los tenedores del bono cuatro veces más de lo que pagaron.

Como me dice mi amigo el escritor y periodista venezolano Alexis Ortiz: “Es una vaina brutalmente inmoral”. Como precisa Ortiz, lamentablemente también es legal. “Los bonos de PDVSA fueron aprobados por la Asamblea en el 2014. Es legal pero es antiético y corrosivo para el país”, precisó.

Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional venezolana, en una carta a Goldman Sachs denunció lo ocurrido. “Goldman Sachs”, según Borges, “decidió hacer buen dinero del sufrimiento del pueblo venezolano”.

La decisión se produce aun después de que influyentes opositores cabildearan con Goldman Sachs para que no comprara lo que han bautizado como “los bonos del hambre”. Esos bonos del hambre, comprados a 30 centavos el dólar, son como las 30 monedas de plata que recibió Judas Iscariote, el símbolo de una gran traición.

No sé si las corporaciones son personas con buena memoria, pero sé que los pueblos no olvidan. Como escribió el líder parlamentario Borges: “Es importante que sepan que el pueblo de Venezuela no olvidará dónde estuvo Goldman Sachs cuando le tocó decidir entre apoyar la dictadura de Maduro o la democracia en nuestro país”.

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