Victima De La Represión: “No Me Mataron Porque Tenía A Mi Bebé En Brazos”


Victima De La Represión: “No Me Mataron Porque Tenía A Mi Bebé En Brazos”

Los vecinos de San Antonio de los Altos no olvidarán este 22 de mayo. Diferentes testimonios cuentan cómo agentes del Comando de Acciones Especial de la Guardia Nacional (Conas), Guardias Nacionales Bolivarianos (GNB), la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y la Policía Política Sebin irrumpieron en varias casas, sin tener ordenes legales de allanamiento.

A las siete y diez de la mañana comenzó un día que pareció durar un año para los habitantes del municipio Carrizal. Inicialmente, agentes del Conas se dispusieron a levantar barricadas por el sector de El Picacho y la Perimetral de San Antonio; pero luego, las medidas fueron más radicales.

Dos casas en el sector Cristo Rey fueron allanadas, efectivos de la GNB y la PNB rodearon el conjunto residencial OPS, lograron entrar a varios edificios y causar destrozos; así como también en la Urbanización Sierra Brava en el kilómetro 14 de la Panamericana. Vecinos reportan que ninguno recibió una orden judicial por parte de la seguridad para proceder con el allanamiento y que, incluso, muchas de sus pertenencias fueron robadas.

El sector mirandino tiene una semana en “resistencia”. Los vecinos trancaron la vía principal de tránsito: la Perimetral de San Antonio y jóvenes encapuchados dispuestos a enfrentarse con los agentes del estado se adueñaron de las calles.

“¿Qué va a hacer uno si le tocan la puerta para robarle la casa?”, preguntaba Carlos Enrique Coll Zapata, vecino del conjunto Sierra Brava. “Eso no debería permitirlo el gobierno. Esto ya es fascismo puro. Ellos no pueden entrar a las casas sin orden de allanamiento. Es un estado de anarquía. Si a mi casa se vienen a meter, yo me voy a defender. Me van a matar; pero me voy a defender”, acotó.


Con voz entrecortada y luchando contra el llanto, Luisa de López, vecina de Sierra Brava, explica las condiciones en las que se llevaron detenidos a su esposo y a su hijo menor de edad.

“Yo estaba haciendo café porque habíamos desayunado. Ellos –efectivos de seguridad- tocaron nuestra puerta como locos. Subieron, y en donde estaba mi hijo consiguieron una bomba lacrimógena ya estallada y dijeron que era material bélico. Se lo llevaron. Mi esposo preguntó que por qué; pero respondieron que igual tenían que llevárselo”.

La madre asume la culpa por la detención de su hijo: “Yo le dije que agarrara una para ver cómo era”.


Entre gritos, de López exclamó “se llevaron a mi hijo, le revolvieron su cuarto como un delincuente, como si fuese drogadicto. Me desvalijaron mi cuarto, se llevaron mis cosas de oro, mis relojes, hasta un desodorante que tenía. ¿Cómo es posible que estemos pasando esto?”.

También explicó que su hijo no había salido de su casa en días anteriores porque ella tenía miedo. “Él no estaba haciendo nada, no es justo”, dijo antes de estallar nuevamente en llanto. Afirmó que su esposo es administrador y nunca ha estado envuelto en delincuencia.

“¿Por qué se los llevaron? No entiendo. Soy maestra de esta nación, me amenazaron con perseguirme por ser maestra. Yo estudié cinco años porque me gusta mi profesión, hice un postgrado. Los delincuentes están afuera robando a la gente”.

“¿Dónde están mi hijo y mi esposo?”, gritó al aire.



La impunidad

Édgar Blanco vive en el conjunto residencial Sierra Brava e informó que desde la noche de ayer y hasta las dos de la mañana, se realizaron allanamientos en todo el edificio. “Hay más de 14 apartamentos afectados. Rompieron los vidrios de las ventanas”.

“Esta mañana vi que una jauría de tipos vestidos de negro, con pasamontañas negros y hablando agresivamente, venían en motos, camiones, camionetas y pickups. Era una mezcla de GNB, PNB y esos tipos. Yo subí a la residencia porque mi familia estaba allí y no iba a dejarla sola”.

Blanco fue testigo de cómo violentaron la primera puerta. “Entraron sin que nadie les hiciera algún daño. Estábamos con miedo, encerrados en los apartamentos. Destrozaron carros. Se metieron en algunos maleteros y algunas puertas las marcaron con pintura. Además de eso, subieron a varios apartamentos y puedo atestiguar de algunos vecinos que afirman que entraron a sus casas”.

Me apuntaron

La señora Angie, como quiere que la llamen, ayudó a los jóvenes que se mantienen en resistencia en San Antonio. Afirmó que les daba comida, ropa y medicinas cuando los herían. Hoy, según relata, 100 funcionarios se mantuvieron afuera de vivienda y entraron a su casa en el sector Cristo Rey.

“Entraron apuntándome. No me mataron porque tenía a mi bebé de tres meses entre brazos. En mi casa estábamos mi esposo, mi hija de 10 años, mi bebé, mi mamá de 78 años y unas amigas con sus novios que no habían querido irse por miedo a que les pasara algo en la noche”, contó.

Asimismo, explicó que al momento de la detención arbitraria de su esposo, vio que le ponían un chaleco y casco para tomarle fotos “como si fuese un guarimbero”. Los efectivos de seguridad la insultaron. “Me llamaron malparida y me preguntaron que por qué yo ayudaba a esos terroristas”.

“Se llevaron a cuatro de mis amigas y a dos de sus novios. Estábamos en pijama todavía. Una de ellas está siendo atendida por el Foro Penal porque la GNB le dio una golpiza hace unos cuatro días. Incluso amenazaban a mi hija de 10 años con que la iban a llevar a un retén de menores”.

Angie dijo que los agentes de seguridad se quedaron casi una hora en su casa. “Destrozaron todo. En mi casa había más funcionarios de los que deberían estar en las calles protegiendo al país. Como 40 o 50 dentro de la casa más los que estaban custodiando la zona, eran como 100 funcionarios en total para 10 personas que estábamos adentro”.

Contó que se llevaron ropa, cédulas, medicinas, su Tablet, su celular, la batería de un carro, herramientas de su hermano mecánico, entre otras cosas. “Se llevaron todo. Estoy preocupada por el paradero de mi esposo. También trajeron a un niño de 15 años, lo taparon con mis sábanas y le pidieron que dijera todas las cosas que yo hacía aquí en mi casa frente a una cámara”.

Angie logró identificar a la División de Investigaciones de la GNB, PNB y Conas. “Tenían armas largas y cortas. Tengo memoria fotográfica y los tengo identificados”, terminó


Yurinna Lezama

Yurinna Lezama, vecina del Conjunto Residencial Sierra Brava, endocrino y profesora asociado de la Universidad Central de Venezuela también sufrió la brutal represión.

“Estamos haciendo una denuncia formal: Se están violando los Derechos Humanos en este país. Hemos sido violentados. Se metieron en los apartamentos, los allanaron para registrar supuestamente con objetivos legales; pero no tenían ningún documento que avalara esa invasión del hogar. Revisaron gavetas, se llevaron objetos de los vecinos, dinero, comida, joyas. Eso se llama delincuencia y vandalismo. Cuando ingresaron al edificio rompieron las cámaras que graban lo ocurrido. Agarraron los carros y les dispararon. A mi carro le dispararon y destruyeron todos los vidrios. Hay evidencias de que le dieron con bates. Si aceptamos esta situación en el país en este momento probablemente dentro de una hora van a abrir la puerta de nuestra casa, nos van a disparar y matar. No hay derecho. No hay nadie que nos defienda. Este es un llamado de reflexión. Venezuela tiene que tomar medidas”.

Después de la jornada, la Comisión de Derechos Humanos del Municipio Los Salias contabilizó 17 detenidos: 13 hombres y 4 mujeres.


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