Un mes lleva en Medellín el concejal de Voluntad Popular del municipio de Bolívar, Estado Táchira, Venezuela, José Luis Guerrero.
Abandonó su tierra y dejó la curul a su suplente huyéndole a la persecución del chavismo contra los opositores, con especial intensidad a los seguidores del líder Leopoldo López, condenado a 13 años y 9 meses, al final de un juicio político.
Guerrero, de 29 años, ingeniero industrial y líder político en su municipio, hoy se mueve en las calles de Medellín a la espera de que el gobierno colombiano, le dé asilo político para tratar de rehacer su vida en esta ciudad. Su salida apresurada de su país sucedió al ser notificado de que agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, Sebín, lo seguían y le tomaban fotografías.
Para evitar una captura donde corría el riesgo de ser cargado con armas o explosivos para poderlo condenar optó por averiguar en Migración Venezuela si era requerido por alguna autoridad lo que le impediría salir del país y como la respuesta fue negativa, sacó una visa para viajar a Colombia como turista.
Llegó a Cúcuta, allí estuvo unos días y luego viajo a Medellín donde hoy trata de subsistir y tramita una visa para poder trabajar.
Visas de turismo
El economista Tony Vitola, dirigente en Caracas, del partido Voluntad Popular, quien lleva un mes y medio en la ciudad, dijo que reconocer el número preciso de compatriotas suyos que han entrado a Medellín es difícil porque la mayoría lo hace con visas de turistas como el concejal Guerrero, que solo da una permanencia de tres meses y como consiguen trabajo en la informalidad, se quedan pero evitando ser detectados por Migración Colombia que los deporta inmediatamente.
Calculó que por las manifestaciones que han realizado en Medellín y los contactos en las redes sociales, desde septiembre de 2016 a la fecha han entrado al Valle de Aburrá, 6.000 venezolanos y la gran mayoría de ellos laboran como meseros, lavadores de carros, venteros ambulantes, oficiales y obreros en construcciones, pequeños talleres o están desempleados.
Carlos Alberto Ruiz, economista venezolano, quien lleva varios años en la ciudad comentó a EL COLOMBIANO que la presión del chavismo contra la empresa privada obligó a la compañía en la que él trabajaba a cerrar sus puertas.
“De un momento a otro comprendí que allí no había futuro para los empresarios que no estuvieran del lado de Chávez, pero hoy ni siquiera lo hay para los chavista, por lo que la llegada de venezolanos a Colombia, único país que ofrece oportunidades, en buena parte por la vecindad, se va a multiplicar”.
Esto es toda una paradoja, hace apenas unas décadas Venezuela era uno de los sueños de los colombianos para buscar mejores oportunidades de vida y empleo, hoy somos nosotros los que tocamos puertas en este país”, comentó Ruiz.
Indocumentados
La cara más dura de esta migración venezolana al Valle de Aburrá es la de cientos de indocumentados a los que se les vencieron las visas de turistas.
La gran mayoría de estos ciudadanos trabaja en la informalidad y en el rebusque y en situaciones laborables muy desiguales, ya que solo les pagan por día laborado.
En un parqueadero del nororiente de Medellín trabajan en oficios varios y lavando carros dos venezolanos, padre e hijo, llegados de Cabimas, en el estado Zulia.
Llevan dos meses en la ciudad y el padre que tiene 4o años reconoció que trabajó con el Chavismo construyendo casas, pero la situación económica del país lo obligó a salir con su hijo mayor.
Entraron a Colombia por el corregimiento de Paraguachón, Maicao, departamento de La Guajira y salieron del hogar solo con dos mudas de ropa y los zapatos rotos.
Llegaron a Santa Marta, pero como esa ciudad y su centro turístico de El Rodadero están invadidos por sus compatriotas que tratan de sobrevivir en la informalidad, decidieron continuar su viaje hasta Medellín en busca de mejores oportunidades.
Llegaron a un parqueadero que estaban remodelando. El padre y el hijo le dijeron al administrador que ellos lo pintaban y lo organizaban.
Trabajaron de día y de noche y lo dejaron listo para recibir carros. El administrador en agradecimiento los dejó lavar los vehículo y las motos y los vecinos se solidarizaron con comida, tenis, zapatos y mudas de ropa que incluyeron dos camisetas de la Selección de fútbol de Colombia.
Hoy ambos continúan viviendo de la informalidad, aprovechando cada peso que reciben, pues además de ellos, tienen que enviar algún dinero a Cabimas, donde quedó el resto de la familia, la madre y dos hijos más, menores de edad.
Consulado no responde
Para tratar de conocer una versión oficial sobre el número de venezolanos en la ciudad y la asistencia que puede prestarles su gobierno, EL COLOMBIANO acudió al consulado de Venezuela en Medellín, ubicado en el barrio Belén Rosales, pero no fue posible lograr los datos solicitados.
A una petición escrita respondieron que el único autorizado para hablar era el cónsul y este se había alejado de la ciudad por tres semanas.
Situación muy caótica
El abogado especialista en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario Álex Morales, asesor de la Secretaría de Inclusión Social en temas migratorios, enfatizó que Colombia no está preparada para recibir una migración tan grande como la venezolana ni cuenta con el personal con estatus de refugiados y por eso la falta de atención a estos ciudadanos y la situación tan caótica que están viviendo.
“El problema no es de los municipios que los están recibiendo, dijo. Es de la Nación y de la Cancillería que es la que debe detener esta migración en las fronteras”, opinó.
Pero, añadió, las normas internacionales les obligan a los Estados a proteger los derechos fundamentales a la vida, la seguridad y la salud.
Por eso, enfatizó, la salida no es retenerlos para que Migración Colombia los deporte. Por esta situación, estas persona andan escondidas, sometidas a la explotación laboral y renunciando a todos sus derechos como seres humanos.
Ante el impacto de esta migración masiva, que está aumentando la informalidad laboral, el rebusque, la prostitución e, incluso, la delincuencia y que por ley el manejo es solo del Gobierno Nacional, Morales le recomendó a la Alcaldía de Medellín acudir al presidente Juan Manuel Santos para que active los protocolos Internacionales para la protección de los derechos fundamentales a la salud, la educación y la seguridad.
Consultados voceros de Migración Colombia estos manifestaron que como cualquier extranjero, para que un venezolano ingrese a Colombia debe contar con un documento de viaje vigente y un permiso o visa que autorice su permanencia, así como la actividad que realiza.
Desde Antioquia entre 2016 y 2017 han sido deportados 20 venezolanos por su permanencia ilegal en el país.
El colombiano
Publicar un comentario