Los venezolanos somos verdugos de nosotros mismos


Los venezolanos somos verdugos de nosotros mismos

He leído el informe del Sr. Luis Almagro, secretario de la OEA, sobre Venezuela. Un dolor y vergüenza trepidante nos plena el alma. La perplejidad incita el cuestionamiento: ¿Por qué aceptamos semejante barbarie humanitaria e institucional? ¿Nos acostumbramos a vivir así? ¿Qué nos hace permisivos a tanta ferocidad?

Empeñados en desterrar el mito de la habituación a la violencia, queremos significar como el ser humano, en todo caso la esconde por aislamiento selectivo (getos) o por la acusación deliberada (externalidad). En su trabajo, El síndrome de la autoagresión vicariante, el profesor Ángel Oropeza explica como “ante la frustración, las personas reaccionan de maneras diversas, siendo una de las conductas más frecuentes, la agresión como una especie de drenaje catártico o aliviadero de la tensión desagradable.”

La impotencia de no poder contener la agresión del agente, hace que la víctima comience a agredirse a sí misma y a los suyos, adjudicando culpas a si mismo o a su propia familia. Es la “funesta e inútil autoagresión vicariante”.

¿A quiénes autoagredimos? Las lista es larga: Desde el propio expresidente Rafael Caldera que sobreseyó a Hugo Chávez, pasando por los partidos, la MUD; “el imperio” que no interviene, hasta Dios o la suerte que nos abandonó. Y no podía faltar otra lista: La de opositores “que se malversan entre ellos”, o quienes desdicen de Almagro por su llamado a la Carta Democrática Interamericana. Práctica de inmolación suicida donde solapamos nuestro holocausto inculpando al cartero.

Almagro ha elaborado un desiderátum inédito sobre el caso Venezuela que todo activista de derechos humanos debe tener como epítome de cabecera. El reporte más desgarrador que nación en América Latina haya recibido por su desvío humanitario e institucional. Atrocidades ciudadanas, políticas, económicas, humanas, desde la tortura lacerante, sistémica e impune, hasta la devastación republicana y colisión descarada de los poderes públicos al servicio del poder forajido.

Pero no han faltado los barbitúricos de opinión que denuncian indiscriminadamente que la oposición le escurre el bulto al emplazamiento. No dudo que algunos progobierno muy destapados (Henri Falcón, gobernador del estado Lara; Manuel Rosales, excandidato presidencial) bloquean el trabajo del canciller Almagro. Pero separemos rojos o morados, de azules.

Oropeza agrega: “Aquí influye la perniciosa contaminación chavecista de nuestra cultura política. Hemos comprado el juego dicotómico y maniqueo a la hora de explicar la realidad, con traiciones, conspiraciones, entregas y componendas en toda interpretación social, que se reduce a tres pasos: generalizar, simplificar y acusar”.

Así queremos convertir un reporte muy completo sobre la pérdida democrática en nuestro país, en una autoagresión vicaria donde Almagro terminará siendo agresor, la oposición su verdugo y el gobierno la víctima. ¿Por qué no nos dedicamos organizadamente a apoyar el informe en vez de desatar dudas y cizañas?

No puedo dejar de comentar la “denuncia” que circuló en las redes bajo el gimmick, “malversadores de información opositora contra opositores”. Una estratagema hiriente, tendenciosa y falsa, que nos pone a un grupo de venezolanos en un cuadro de conjura contra la oposición. En lo personal me honra estar en ese ilustre tabulador de empresarios, políticos e intelectuales de impoluta trayectoria. Pero me sorprende la acusación frívola, huera y friolera de quien habiendo compartido mesa, hoy nos descalifica de manera maledicente y trapera.

Ese editor sabe de nuestro trabajo como asesor de la Asamblea Nacional, de nuestra amistad con los dirigentes María Corina Machado, Henry Ramos Allup u otros líderes de oposición, además de nuestro perfil académico y profesional. Pero no voy a caer en la agresión vicariante. Me reservo la flema contra el adversario común. Si quería significar como hacemos leña de abedules de pie, por la espalda.

A los agresores de inocentes, los invito —si su pereza u ociosidad los invade— a leer una página (25) del informe Almagro. Es el estudio sobre las torturas en Venezuela del Observatorio de DDHH del Centro de Estudios para América Latina, CASLA.

Cito: “torturas ejecutadas sin importar edad, sexo, profesión, condición social o incapacidades físicas por funcionarios manifestando morbo sexual, deseos de infligir dolor en heridas abiertas […] torturas para obtener acusaciones contra líderes políticos de la oposición […] con bolsas plásticas, electricidad; golpes con palos, bates, cascos, peinillas, puntapiés, intentos o amenazas de quemar a las víctimas; [torturas] en posiciones inhumanas de rodillas, amarrados de manos y pies por largos períodos de tiempo; actos lascivos, desnudamiento y aislamientos...sin derecho a llamar a su abogado y a su familia”.

Relean por favor y denuncien a quien corresponda, antes de profanar generalizada, simplificada e irresponsablemente.

Entonces no nos acostumbramos a vivir así. Disimulamos, evitamos o no nos comprometernos apostadamente por agredir al pariente, convirtiéndonos en verdugos de nosotros mismos.

El informe Almagro también cita a la ex presa política y ahora líder de Birmania, Aung San Suu Kyi: “A veces una parodia de una democracia podría ser más peligrosa que una dictadura manifiesta, porque le da al pueblo la oportunidad de evitar hacer algo al respecto.” Hagamos más.

El nuevo herald

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