Un día de abril, Wuilly Arteaga agarró su violín y una bandera de Venezuela para abrigarse y se fue de Ciudad Tablita a Caracas.
Arteaga dejó atrás el barrio y la juventud en Valencia, estado Carabobo, para luchar con su música en la capital. Se integraba a las manifestaciones junto con el resto de los ciudadanos y tocaba su violín. “Más que nada para calmar los ánimos”, dice Alfredo Romero, su abogado.
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Canciones como el "Alma Llanera" o el Himno Nacional eran los temas que emocionaba a la pareja, comenta su novia. Luego de que funcionarios de la Guardia Nacional Bolivaria le destrozatan el violíon, no le fue difícil conseguir otro. “No tenía manos para tanto instrumento. Agarró uno y siguió en las protestas, tocando”. Había que darle un escarmiento. También se lo destrozaron, pero esta vez dándole golpes con él.
La última vez que Hazel lo encontró fue a 100 metros, después de haberle visto irse unos días atrás con la cara cubierta de puntos y golpes: “Estaba en la camioneta que lo trasladó al juzgado. Lo habían retenido 96 horas sin comunicarle los cargos cuando lo legal, aquí en Venezuela, son 48”, afirma.
"Instigación pública y detención de objetos incendiarios" fueron los cargos que se le imputaron al violinista desde su retención el pasado 27 de julio. “Nos preguntamos si la instigación es la música y el objeto incendiario, su violín”, expresó Pinto.