El Ejecutivo tiene previsto carnetizar a 15 millones de venezolanos. En Carabobo, la meta es registrar a uno de los dos millones 245 mil 744 habitantes del estado
Nada estuvo claro desde el anuncio de su creación. El pasado 18 de diciembre, el presidente Nicolás Maduro presentó por primera vez el denominado Carné de la Patria en su programa televisado “Contacto con Maduro” número 75. Desde entonces, el miedo, la necesidad y las promesas vacías se convirtieron en las principales causas que hoy motivan a miles de venezolanos a realizar largas filas durante horas para, con suerte, lograr obtener un documento del que, hasta la fecha, no se tiene certeza sobre su uso y supuestos beneficios. La incertidumbre está presente en el código QR de cada tarjeta.
El proceso inició el 20 de enero de este año en todo el país. Tres semanas tardaría el Ejecutivo en carnetizar a todos los “patriotas de la patria”, prometió la ministra del Poder Popular de Agricultura Urbana, Erika Farías. “La meta es hacerlo en tres jornada”. Otra promesa incumplida.
El Ejecutivo tiene previsto carnetizar a 15 millones de venezolanos. En Carabobo, la meta es registrar a uno de los dos millones 245 mil 744 habitantes del estado, informó el jefe de carnetización de la unidad móvil 5 de Valencia, Miguel Ángel Betancourt. Esa cifra representa solo un 44,53% de la población carabobeña.
EL DOCUMENTO ES PARTE DE UN CENSO GLOBAL DEL SISTEMA DE MISIONES
En declaraciones recientes a El Carabobeño, expuso que hasta la fecha se han registrado unas 700 mil personas. “Si luego de alcanzar la meta el proceso continúa con la receptividad que ha tenido, el presidente ordenó extender la jornada hasta finales de marzo para que todo el que quiera pueda sacar su carné. Se extenderá hasta abril si es necesario”.
Según explicó, el documento forma parte de un censo global del sistema de misiones promovidas por el Estado. A través de él se determinaría cuál es el estatus socio económico del portador: ingresos, puntos vulnerables, si está desempleado o no y si posee pensión, ya que su fin es ayudar a los más necesitados. “Quienes vienen a sacar esta tarjeta saben que solo con Maduro podremos salir adelante”.
MECANISMO DE MIEDO Y CONTROL
Para Luis Pedro España, sociólogo y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), este es uno de los tantos mecanismos de miedo y control que el Gobierno disfraza a través de las sus políticas sociales. El chantaje es permanente. Desde el famoso “Amor con amor se paga” del presidente Hugo Chávez, hasta todas las insinuaciones de condicionamiento a cambio de beneficios que continúan vigentes. “Esos beneficios hoy en día son tan mínimos que, afortunadamente, la manipulación ya no tiene mayor significación política”.
Si usted le pregunta a una persona por qué va a sacar el Carné de la Patria, hay dos respuestas seguras. La primera: “Porque yo soy adepto al Gobierno y hago lo que el presidente me diga” y la segunda, sin duda, será una respuesta temerosa: “Lo saco porque no se sabe qué pueda pasar”.
EN LOS CENTROS DE CARNETIZACIÓN EL DESCONOCIMIENTO IMPERA
En la Plaza Bolívar de Valencia hay un punto fijo destinado para la inscripción. Allí, algunas personas incluso pernoctan, con el objetivo de ser parte de los “afortunados del día” que, pese a las constantes fallas en el sistema de identificación y las interrupciones del servicio de electricidad, logran conseguirlo. “El personal que trabaja acá, para colmo, llega demasiado tarde. Eso hace que el proceso se atrase demasiado. A las 7:00 a.m. como mínimo ya deberían estar aquí para que nos dé chance de pasar a todos”, criticó Roxana Peña* quien, en su cuarto intento, siente que han jugado con su tiempo. Solo la esperanza de tener una vivienda propia la mantiene firme en la fila, pese a la lluvia. “No quiero arriesgarme por no haber sacado el carné”.
El desconocimiento pasó a ser un común denominador en el que es uno de los principales centros de carnetización en Carabobo. “Yo no sé para qué me va servir esto, pero vine a sacarlo por prevención. Hay que estar atentos porque para cualquier cosa lo podrían pedir. Mis amigos y familiares me insistieron en que lo sacara desde que el presidente lo presentó. Uno nunca sabe”, reconoció Ángel Ruíz.
La reflexión de María Hernández fue la misma. Tampoco sabe para qué le servirá ni qué beneficios recibirá una vez que lo tenga en sus manos. “Maduro dijo que todo el mundo debía tenerlo, aunque no entendí muy bien para qué. Varias personas me han dicho que lo van a pedir para abrir cuentas en los bancos y sacar el pasaporte. Esto podría convertirse en una segunda cédula”.
Miedo. Esa es la principal motivación de Esther Pérez*. Desde tempranas horas tuvo que dejar su hogar para ir a hacer una fila con aproximadamente un centenar de personas que la anteceden. Ya es mediodía y sigue allí, lidiando con precipitaciones intermitentes y esperando a que el servicio eléctrico sea restituido. Tiene una hija de 11 años con síndrome de Down, que impacientemente la acompaña, y recibe un subsidio del Gobierno para comprarle los medicamentos. “Lo hago por ella. Mi temor es que nos quiten la ayuda por no sacar ese bendito carné”. Ella sabe que su hija, como venezolana y menor de edad, tiene derecho a que el Estado le garantice el acceso a la Salud. Pero también sabe que ahora la necesidad de las personas fue transformada por el sector oficial en un perverso juego de control que podría ponerse en su contra.
ATENTADO A LA UNIVERSALIDAD DE LOS DERECHOS
La sola sensación de que si no se tiene esta tarjeta, podría verse amenazado el acceso a medicinas, alimentación, y otros bienes y servicios, implica una afectación muy grave. Se rompe el principio de la universalidad de los Derechos Humanos respecto a las garantías que debe ofrecer el Estado, explicó el activista y fundador de la ONG Civilis, Feliciano Reyna, quien estuvo en el cierre del 34º período ordinario de sesiones del Examen Periódico Universal (EPU) que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU le aplicó a Venezuela.
El uso de un carné como el que pretende implementarse significaría que haya una amplia posibilidad de discriminación para quien no lo tenga, y el condicionamiento de que obligatoriamente hay que tenerlo para acceder a ciertas cosas. “Si revisan los derechos garantizados en la Constitución, en ninguno encontrarán establecida alguna condición que implique portar un documento o registro paralelo a la cédula de identidad, ni pertenecer a un determinado grupo político”.
IRREGULARIDADES EN LAS COMUNIDADES
SOLO DOS PERSONAS POR FAMILIA PUEDEN TENER ACCESO AL OPERATIVO
En el sector 24 de Julio del municipio Carlos Arvelo los dirigentes del consejo comunal implementaron otra regla en el proceso itinerante de carnetización, presuntamente por disposiciones de los coordinadores regionales. Solo dos personas por familia pueden tener acceso al operativo de la comunidad, denunció Jesús Rojas. “Nos parece absurdo que habiendo cuatro personas en mi casa, solo dos puedan hacerlo”. Él y su esposa cedieron los cupos a su hija de 19 años y a su hijo de 22. La edad mínima para optar al documento es 15 años. Esa orden lo obligó a dedicar su día libre del trabajo a hacer la cola en la Plaza Bolívar de Valencia. “Yo lo vine a sacar por obediencia. Y les dije a mis hijos que lo hicieran también”.
En la comunidad El Porvenir del municipio Miguel Peña, los habitantes tampoco han tenido acceso al proceso de registro con regularidad. Trexy Tarazona, igual que Jesús Rojas, tuvo que dirigirse a un punto fuera de su sector. “Lo estoy sacando porque supuestamente será un requisito más para cualquier trámite legal. Aparentemente con él van a otorgar algunos beneficios y, a cambio, todo aquel que saque el carné va a quedar inscrito en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)”. A la 1 p.m., como muchos, decidió retirarse. El servicio de electricidad seguía sin ser reestablecido. Perdió cuatro horas de su tiempo en vano. “Ni modo, para la próxima tendré que venirme a dormir”.
A más de 80 kilómetros de la capital carabobeña está San Mateo, en Aragua, donde vive Manuela Romero, de 65 años de edad. Ella creyó en el proyecto socialista desde su génesis y apoyó las ideas de Hugo Chávez en cada elección desde 1999. Hoy está decepcionada. Estuvo al frente del consejo comunal de su sector hasta el año 2013, cuando le diagnosticaron cáncer de mama. Durante su enfermedad no recibió ayuda económica alguna, pese a que sus hijos consignaron solicitudes de apoyo en diferentes instancias gubernamentales. Vio en el Carné de la Patria una oportunidad para que el Gobierno se reivindicara con ella, pero perdió la esperanza cuando el operador del sistema de registro terminó de llenar el cuestionario. “Me hicieron demasiadas preguntas tontas, ninguna estuvo relacionada con mi enfermedad o las cosas que más necesito. ¡Hasta me preguntaron cuántos perros tengo, fue una burla!”.
¿EDUCACIÓN PÚBLICA CARNETIZADA?
El presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad de Carabobo (FCU-UC), Iván Uzcátegui, denunció que ha recibido numerosos casos de padres y representantes solicitando información, ya que los directores y profesores de algunos colegios públicos y privados de la zona sur de Valencia han coaccionado a los estudiantes que están por graduarse a que se inscriban en el registro del carné, porque de lo contrario no tendrían acceso a la educación pública universitaria. “Se está violando el derecho constitucional a la educación, el cual no contempla ningún otro tipo de requisito que no sea académico”.
Las universidades autónomas tienen diferentes modalidades de ingreso y en ninguna de ellas está contemplado ese documento. El único registro obligatorio para ingresar es el del Sistema Nacional de Ingresos de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), que le permite a los estudiantes del último año de educación media y técnica, así como a la población bachiller, incorporarse a alguna casa de estudio.
El tiempo y los hechos determinarán la verdadera razón de ser del Carné de la Patria. Miles de venezolanos seguirán, mientras tanto, condenados a hacer largas filas bajo el sol o la lluvia. En Venezuela, el miedo, la necesidad y las promesas vacías, son ahora fuentes de motivación.
*Roxana Peña y Esther Pérez son nombres ficticios usados para resguardar la identidad de dos entrevistadas quienes, por temor a no recibir beneficios, pidieron que no se incluyeran sus nombres reales.
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