Mientras el presidente Nicolás Maduro baila en cadena nacional una bomba de tiempo comienza correr en los sectores populares.
Por: Francisco Olivares
Si bien las manifestaciones que se iniciaron el 4 de abril han estado encabezadas por sectores opositores de la clase media, multitudes de los sectores del oeste de la ciudad se han ido incorporando a la protesta como se observó en las miles de personas que desde el oeste de la ciudad se desplazaron convertidos en ríos humanos hacia los puntos de encuentro.
Pero ya las protestas nocturnas que se registran en las noches, a partir del 20 de abril, indican que el malestar popular está entrando en otra fase, quizás un fase inédita desde que el chavismo llegó al poder hace casi 18 años.
Mientras el Gobierno, con sus fuerzas del orden y sus paramilitares armados atacan a la población que se levanta, los servicios de contrainteligencia ubican, detienen y procesan a cientos de ciudadanos a quienes consideran “enemigos de la patria”.
Aunque las noticias no han trascendido abiertamente, se ha incrementado la vigilancia hacia el sector militar y se desconoce el número de uniformados que han sido detenidos recientemente por sospechas de rebelión interna. Los propios voceros del Gobierno han sido los primeros el revelar ese temor al hablar de un “golpe de Estado continuado” en el que señalan que dichas protestas están vinculadas a un plan conspirativo liderado por la MUD.
De allí pues que Nicolás Maduro haya puesto en marcha el llamado Plan Zamora, un “un plan estratégico y operacional que activa la Seguridad y Defensa de la Nación en caso de amenazas al orden interno, que puedan significar una conmoción social y política o una ruptura del orden institucional”.
La noche del 20 de abril salieron con fuerza el barrio 5 de Julio de Petare, los barrios de El Valle y La Vega. Narra un habitante de Petare que la gente está indignada por el alto costo de la vida, la falta de empleo y la escasez de alimentos, y que por eso están bajando a colocar barricadas en horas de la noche.
Sostiene que han sido engañados con la llamada caja de los CLAP e incluso, han sido estafadas por el Consejo Comunal, que les ha pedido dinero por adelantado y los productos nunca llagan.
El temor a los colectivos armados, y a la represión policial y militar ya no es un muro de contención suficiente para impedir que esa gente salga a las calles.
Si la clase media salió a pedir elecciones y reconocimiento a la Asamblea Nacional tras el golpe de Estado del TSJ, las barriadas lo están haciendo por hambre.
Tampoco es un velo de contención la propaganda y noticias montadas por el Gobierno como los supuestos tres millones de personas que acompañaron a Maduro el 19 de abril. Los efectos especiales para simular multitudes han sido desmontados de inmediato por gente común, testigos en primera fila de la pérdida de seguidores del chavismo. Habría que medir cuál es el efecto en el chavista de base cuando él mismo es testigo de campañas falsas.
Sólo una cúpula privilegiada se refugia alrededor de esas campañas de propaganda del Gobierno intentando tapar una realidad con el control de la información pero que ya trasciende a toda la población.
En esa etapa de lo que ocurre, el Gobierno intenta con más represión como se ha visto sobre las barriadas que fueron chavistas, como el Valle, la Vega y Petare que ahora se enfrentan al madurismo.
De continuar la represión y las amenazas de radicalizar aún más la revolución con más expropiaciones como la que ha ocurrido con General Motors de Venezuela, la crisis podría llegar a un callejón cerrado en donde las armas son las que tomarán la palabra ¿Quedará en factores del gobierno algo de sensatez?
Publicar un comentario