"No tengamos miedo de gritar nuestro sufrimiento”


("No tengamos miedo de gritar nuestro sufrimiento”
EL UNIVERSAL-DELIA MENESES

El oficio de las Siete Palabras estuvo presidido por el sacerdote Alexandre Mendonça, canónigo de la Catedral y párroco de la Misión Católica Portuguesa en Caracas, quien llamó “a reconstruir nuestra nación desde el lugar donde nos encontremos”.

La meditación de las últimas palabras pronunciadas por Jesús en la cruz antes de morir, la tradicional prédica del Viernes Santo, llamó a los feligreses a enarbolar la esperanza a pesar del dolor. “En medio de la crucifixión que padecemos, Dios nos sostiene y resucitaremos”, resumió el deán de la Catedral, monseñor Adán Ramírez, quien acompañó el oficio que este año estuvo a cargo del sacerdote Alexandre Mendonça, canónigo de la Catedral y párroco de la Misión Católica Portuguesa en Caracas.

Durante el sermón de las Siete Palabras, Mendonça llamó a reconstruir “nuestra nación desde el lugar donde nos encontremos. Dios nos ha dado una vida para que hagamos el bien y debemos tener coraje y valor para vencer las dificultades, amparados por el amor y la gracia de Dios. No merece nuestro pueblo sufrir lo que está sufriendo. Dios no quiere que sus hijos vivamos lo que estamos viviendo”, aseguró, al tiempo que pidió orar por la paz y la reconciliación de Venezuela.

Al pronunciar la frase más lacerante de la prédica: "Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado", correspondiente a la cuarta palabra, el sacerdote hizo una invitación a confiar y a no temer. “Ante las situaciones más difíciles, cuando parece que Dios está ausente o no escucha, no tengamos miedo de gritar nuestro sufrimiento, convencidos de que Él está muy cerca, aunque en apariencia calle. Pero no debe ser un grito de dolor sino de esperanza, una plegaria”.

"No tengamos miedo de gritar nuestro sufrimiento”

Recordó a los enfermos, a los emigrantes, a los que tienen hambre, a los que se sienten solos y deprimidos. “En estos momentos, Dios mira con bondad y benevolencia a nuestros hermanos que hoy viven la dolorosa experiencia de sentirse abandonados y llenos de angustia y preocupación. La justicia divina llegará y el bien siempre vencerá el mal”.

En la meditación de la quinta palabra: "Tengo sed", Mendonça oró para que el agua de la justicia, de la paz y el amor sacie la sed del pueblo, especialmente del más débil, frágil y necesitado. “Busquemos en esa fuente inagotable de la misericordia del Señor el agua que brota de su corazón para saciarnos de esa sed que tanto nos debilita”.

"Todo está cumplido", fue la sexta frase y en esta parte de la reflexión, el canónigo de la Catedral exhortó a los creyentes a tener una conciencia clara del cumplimiento de los deberes, responsabilidades y misión que cada uno tiene. “Debemos ser un reflejo del amor de Dios en nuestra Venezuela de hoy, solo amándonos vamos a construir la patria justa y fraterna que anhelamos”.

Mendonça invitó a poner en práctica la última frase de Jesús antes de morir: "En tus manos encomiendo mi espíritu", como muestra de calma profunda y confianza extrema y total en Dios, teniendo la plena conciencia de no haber sido abandonados. “Estamos llamados a reconstruir lo que se ha derrumbado por una cantidad de circunstancias que todos sabemos, anidando en nuestro corazón sentimientos de perdón y no de rencor. Debemos confiar en el amor y la misericordia del Señor y no en falsas promesas, alejarnos de los caminos que no son tuyos y que nos hacen sufrir”. 
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