EL UNIVERSAL- MARIANELA RODRÍGUEZ
Familiares de los reclusos fallecidos y de quienes quedaron vivos aseguran que los reos permanecen hasta un año en retención preventiva. Denunciaron que muchos reos sufren cuadros severos de desnutrición y enfermedades como tuberculosis que se propaga con facilidad debido al hacinamiento.
Valencia.- La madre de un sobreviviente de la tragedia de la Comandancia General de la Policía de Carabobo, daba gracia a Dios porque su hijo salió con vida del suceso. Sin embargo, con tristeza comentaba que el joven está desnutrido porque en la sede policial no les dan de comer y ella no tiene recursos para llevarle alimentos a su celda.
“Él pesa ahorita como 49 kilos y cuando entró aquí, hace como un año, pesaba casi 80", relató la mujer que esperaba en las adyacencias de la sede policial ubicada en la avenida Navas Spínola de Valencia. Le dijeron que a lo mejor el muchacho sería trasladado a Tocuyito, pero ella no lo había visto salir.
Tras el incendio registrado en la comandancia ubicada en la avenida Navas Spínola, permanecían 47 presos que serían trasladados al Centro Penitenciario Hombre Nuevo de Tocuyito, municipio Libertador del estado Carabobo. Catorce de estos reos irían al área conocida como “La mínima” mientras que otros nueve serían llevados a la antigua cárcel de Tocuyito.
Judith Sánchez, madrina de uno de los reclusos fallecidos exigió al gobernador Rafael Lacava que se haga justicia en este caso y se señale a los culpables. “Queremos saber lo que pasó, queremos justicia”. Los cuerpos fueron entregados a sus familiares en el interior de modestos ataúdes.
La afligida mujer considera que esta tragedia ha develado una gama de corruptelas que giran en torno a los calabozos de PoliCarabobo donde les cobran a los familiares “un dineral” para permitirles que les lleven comida, ropa y medicamentos a los presos.
Carmen Varela, tía de uno de los muertos, manifestó que su sobrino no estaba quemado. Aseguró que el cadáver tenía un disparo en la cabeza. Coincidió con otras madres, hermanas y esposas de reclusos al decir que, además de desnutrición, sus familiares corrían el riesgo de contagiarse con enfermedades como tuberculosis debido al hacinamiento.
Hasta el mediodía del Viernes Santo estaban sin identificar siete de los 68 fallecidos en el motín de la Comandancia General de PoliCarabobo.
En las adyacencias de la comandancia los familiares de los presos que quedaron vivos esperaban para poder entregar comida y otros suministros, quienes permanecen retenidos en el lugar después de la tragedia.
El incidente registrado en el inicio de la Semana Santa 2018 en la Comandancia General de la Policía de Carabobo, es considerada la segunda mayor tragedia ocurrida en un centro de detención venezolano desde 1994 cuando perecieron 108 reclusos en un incendio en la cárcel de Sabaneta en Maracaibo.
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