Maduro, ¡estás caído!


Maduro, ¡estás caído!

Por: N Chitty La Roche
      @nchittylaroche
      nchittylaroche@hotmail.com

La teoría viene asimilando las circunstancias para metabolizarlas en el contexto de sus parámetros formales. Hoy hablar de golpe de Estado no nos traslada inequívocamente, como otrora, al escenario de acciones militares o intentonas signadas por la violencia de grupos, etnias, partidos.

Desde el mismo poder puede accionarse para comprometer la constitucionalidad, tergiversando, desviando, usurpando y se concreta una ruptura que simulan reparar, suturar con la falacia de la retórica democrática, con el adhesivo del populismo que se adueña de la soberanía y la convierte en un ariete que penetra la institucionalidad, con el argumento de la legitimidad.

Guillermo O Donnell escribió con brillo y claridad argumental sobre esas experiencias y entresacado numerosas conclusiones. Chávez siempre fue un golpista. Lo fue en 1992 y lo continuó siendo incluso como presidente. Lo fue con las armas y lo fue en la maniobra desconstitucionalizadora y demagógica. Lo fue con respecto a las instituciones y contra la mismísima expresión de la soberanía popular que negó la reforma constitucional en 2007 y ante la cual y con la complicidad de los poderes sesgados de la AN y el TSJ, se burló legislando y montando el socialismo bufo y fracasado que arruinó el país y dividió a los venezolanos. Maduro, Diosdado, Elías y Carreño, espalderos del sicofante, pretendidos epígonos, artífices de la continuidad perniciosa de sus temerarias y nocivas políticas, fueron y son golpistas. En resumen, la cúpula política que se reclama dignataria es solo una clique de golpistas, segundones y atrabiliarios irresponsables.

Pero, ¿gobierna Venezuela Maduro y su combo lisencéfalo? La interrogante es importante porque está referida a nuestra realidad; más aún, a nuestra cotidianidad y con ello apunto a nuestra vida como ciudadanos de Venezuela que, no a la República que han demolido y vaciado de sus referencias esenciales. Porque si una evidencia es fácil de asumir fenomenológicamente es aquella que muestra a todos, la destrucción de la entidad republicana y democrática, así como del Estado constitucional del que nos ufanamos en afirmarnos. Sin embargo, para responder es menester advertir que gobernar supone efectividad en la decisión, concreción en la disposición, acatamiento y realización en suma. Maduro figura pero no ejerce, son los militares los que accionan y la burocracia la que torpe, pesada, incapaz intenta llevar a cabo. Venezuela conoce una situación de ingobernabilidad desnuda desde hace años y especialmente hace meses, además de una catástrofe económica y social en curso, que no saben ni quieren atreverse a abordar so pena de revisar y admitir la hecatombe.

Solo le queda a Maduro y como aporte de la FANB la represión. El manejo del aparato armado del Estado, enfilado únicamente a sostenerlo en el poder que no manda, pero que aparenta. Cadenas que mezclan el pasado con el presente y exhiben una caricaturesca parodia que reitera en cada crisis, el viaje a Cuba para recibir instrucciones y palmaditas de solidaridad, del que queda por un tiempito más al frente de la dictadura más longeva de América y de las más duraderas del mundo.

Maduro sigue a Chávez en la táctica de ceder espacios a cambio de permanecer en la burbuja del mando, sin escrúpulos de ningún tipo, lisonjero de los uniformados que como cancerberos ladran y muerden a quienes solo muestran su ciudadanía. La alianza es reconocida como la peor ejecutoria pública del mundo, desprestigio bien ganado por cierto, al derrumbar macroeconómicamente al país que con sabrosa ironía llamaban el corcho, para decir que no se podía hundir, el mismo que otros comentaban como condenado al éxito.

Está caído el presidente Maduro porque sobre las bayonetas no puede sentarse a gobernar. Es testigo fatuo del festín baltasariano de la corrupción que protagoniza el pseudo gobierno chavista con o sin uniforme. Aunque dure un poco más, está caído y es reo no solo de tribunales nacionales e internacionales, sino de la historia que lo recordará con asco y desprecio. En el barrio dirían que se cayó con los kilos de su traición.

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