Por Ana María Carrasquero
La mayoría de los artículos de opinión que se han escrito sobre Venezuela en los tiempos que corren, necesariamente harán alusión al contexto actual, desde hace 45 días el país ha estado sacudido por protestas en contra de la ruptura del orden constitucional a manos del régimen gobernante. Las protestas tienen lugar para exigir al gobierno la convocatoria de elecciones, respeto a la Asamblea Nacional, liberar a los 186 presos políticos, implementar un canal humanitario y desarmar a los grupos de civiles armados. En ese lapso, 39 asesinatos de venezolanos han tenido lugar.
Durante las protestas, esos civiles armados, autodenominados colectivos, que no son otra cosa que grupos paramilitares, se han hecho presentes. En las redes sociales han circulado y siguen circulando ingente cantidad de testimonios fotográficos que retratan el papel de estos grupos armados que de forma reiterada han manifestado su apoyo al actual gobierno y en reciprocidad han contado con su aquiescencia.
Una consulta rápida de la historia de este hemisferio, evidenciará que los grupos paramilitares y la lógica con la que éstos actúan no son novedosos, pero no por eso deja de ser trágica.
Muy cerca, nuestros vecinos colombianos sufrieron en carne propia los efectos del paramilitarismo, así como en Brasil surgieron los escuadrones de la muerte y quizás una de las referencias más mencionadas estuvo en Haití con los Tonton macoutes de Jean-Claude Duvalier, quienes actuaron como el brazo armado del dictador, imponiendo y sosteniendo a sangre y fuego la dictadura.
Quienes hemos atestiguado estos días podemos dar cuenta de la actuación de estos grupos que han atentado contra la vida, la libertad y la propiedad de los venezolanos. En un futuro no muy lejano todo cuanto ha sucedido en estos días será material suficiente para ser inmortalizado en películas. No es una exageración decir que esas películas seguramente guardarán cierta semejanza con aquellas que narran lo sucedido con los “camisas pardas” de Hitler, por ejemplo. Las acciones de los colectivos tienen lugar ante la mirada complaciente del poder. Blanden y accionan sus armas, en presencia de la fuerza pública, con la intención de intimidar a los ciudadanos que ejercen su legítimo derecho a la protesta consagrado en el artículo 68 del texto constitucional venezolano. Su misión es amedrentar a aquellos que se oponen a que les asesinen, opriman y roben.
Abundan los testimonios de las acciones de estos grupos. Destacaremos lo sucedido en dos Estados, en el Distrito Capital y en Trujillo. En Caracas, específicamente en El Paraíso, en el “Conjunto Residencial El Paraíso” popularmente conocido como Los Verdes, hacia finales del mes de abril se vivieron noches de auténtico terror, en las que los colectivos aparecían a bordo de motocicletas, fuertemente armados e intentaban entrar en estos edificios para acallar las protestas de los vecinos. Algunos propietarios de estas residencias declararon que tuvieron que esconderse dentro de sus viviendas por temor a resultar heridos por los disparos que efectuaban estos individuos. Una situación similar se vivió el 2 de mayo en La Urbina, específicamente en el Edificio Los Mangos, nuevamente los colectivos arremetieron contra los propietarios de un edificio. En esta oportunidad abrieron un hueco en una de las paredes perimetrales del edificio, esto ocurrió en presencia de efectivos de la Guardia Nacional. Una vez dentro del estacionamiento del edificio, dispararon contra los apartamentos, robaron y vandalizaron los carros que encontraron a su paso.
Lo único que aún no hemos visto es a la fuerza pública garantizando los derechos humanos de todos los ciudadanos, aún no los hemos visto protegiendo la vida, la libertad y la propiedad de los venezolanos.
Saqueos y Destrucción
Mientras acciones de ese calibre ocurren en la capital venezolana, a 600 km de distancia, en el estado Trujillo específicamente en el Conjunto Residencial Guadalupe en La Puerta, colectivos se presentaron en dicha urbanización el 9 de mayo y con el presunto apoyo de autoridades regionales de PSUV, irrumpieron en casas y apartamentos con la intención de invadirles, robando y ocasionando grandes destrozos. Sin embargo, la comunidad organizada hizo frente a esta acción y logró sacar a los invasores. A pesar de que la policía llegó a la Urbanización y presenció los hechos en plena flagrancia, no hizo ninguna detención.
Estos dos estados ilustran la situación del país durante los 40 días de protestas. Los venezolanos hemos llorado a quienes han sido asesinados, hemos sentido la más absoluta de las indefensiones, hemos visto como el supuesto uso progresivo de la fuerza para el control de manifestaciones por parte de la fuerza pública, se ha convertido en un uso desproporcionado, que raya en lo criminal. Hemos visto la forma salvaje en la que se ha reprimido a los ciudadanos que han manifestado en favor de su libertad. Las detenciones arbitrarias que se han practicado. Cómo se han procesado a civiles en tribunales militares. Hemos visto lo indecible. Lo único que aún no hemos visto es a la fuerza pública garantizando los derechos humanos de todos los ciudadanos, aún no los hemos visto protegiendo la vida, la libertad y la propiedad de los venezolanos.
Cedice Libertad @CEDICE
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