El diálogo siempre tuvo problemas de diseño. Desde el comienzo. Fue concebido como una forma de desmovilizar la protesta de la calle y darle tiempo al régimen para prorrogar su estadía en el poder. Sin embargo, la presión de hacer lo que se pensaba era correcto obligó a la MUD a creer en la buena fe del gobierno y deponer sus acciones para explorar un posible acuerdo que pudiese pacificar al país y resolver problemas puntuales.
El diálogo -de ser asumido con honestidad- podría dar sus esperados frutos. Pero este no es el caso. El régimen ha dado suficientes muestras de rechazar cualquier opción que implique ceder el poder, liberar los presos políticos o inclusive corregir el equivocado modelo económico.
Así pensar que el gobierno se va a sentar a discutir los términos de su propia liquidación es, por demás, ingenuo. Pero al parecer, esas fueron las expectativas de los representantes de la MUD que fueron a negociar con el régimen.
Los resultados de las negociaciones entre el gobierno y la MUD, presentados en forma de acuerdos, no podrían ser más desalentadores. Los documentos finales fueron redactados en forma ambigua y confusa justamente para fomentar la incertidumbre. Los supuestos logros no son más que declaraciones de buenas intenciones, sin precisar fechas o lapsos para su cumplimiento.
La forma como se redactaron esos documentos obliga a la oposición a aceptar sus culpas en el fraude electoral y la guerra económica. Y por si fuera poco se humilla la dignidad de los presos políticos al cambiarles su denominación por personas detenidas, para así desnaturalizar la razón de su encarcelamiento.
Uno de los acuerdos presentados como logro es la repetición de las elecciones en Amazonas. Algo que por cierto ha sido amplia y contundentemente rechazado por el liderazgo político de Amazonas, incluyendo al gobernador Liborio Guarulla y alcaldes. Guarulla, incluso, calificó la convocatoria como una canallada. No es para menos. Todo lo cual indica que el gobernador Guarulla no fue parte de la discusión y se enteró, como todos nosotros, por las redes sociales.
La verdad es que los acuerdos suscritos entre el gobierno y la MUD solo enmascaran la intención del régimen de darle largas a una solución política. Es evidente que no hay voluntad en honrar ningún acuerdo, solo quemar días y semanas. Desde ese punto de vista, el diálogo ha fracasado y la dirigencia opositora debe asumirlo como tal, sin ningún tipo de prejuicios. Mejor asumirlo que seguir empeñados en explicar logros que lucen más como concesiones.
No se trata de criticar a la MUD por el solo hecho de criticarla. O de acusarlos de traidores. Está claro que es muy difícil llevar adelante el propósito unitario con agendas políticas tan disímiles de los diferentes integrantes de la alianza. Tratar de conciliar a quienes quieren hacer concesiones ante el régimen y quienes proponen más presión de calle, ha resultado prácticamente imposible. Y ha llevado a la MUD a posiciones incoherentes como convocar y desconvocar las protestas según el ritmo que ponga el gobierno.
La MUD fue muy exitosa a la hora de conducir a la oposición a crecer y vencer en el terreno electoral. Pero la dinámica en la que está metido el país en esta coyuntura no es precisamente electoral. Estamos en presencia de una dictadura dispuesta a echar mano a todos los recursos para mantenerse en el poder y evidentemente la MUD ha sido desbordada en su capacidad para liderar esta fase de la lucha democrática.
Es la hora de transformar a la MUD en una entidad a tono con el momento que se vive, o hacerla a un lado y crear una alianza amplia de fuerzas políticas y sociales para derrocar a la dictadura. Este parece ser un paso doloroso, pero necesario para avanzar. Mejor tarde que nunca.
CORREOCARONI
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