Curanderos y brujos se convierten en la opción medicinal de los venezolanos ante escasez


Curanderos y brujos se convierten en la opción medicinal de los venezolanos ante escasez

En Petare, la barriada más extensa de Venezuela, hay una calle popularmente conocida como el Callejón de las Brujas, que se ha convertido en el centro asistencial de miles de venezolanos ante la escasez de fármacos y precios estratosféricos en tratamientos quirúrgicos. 

Una cuadra amplia y empinada alberga en ranchitos apilados centros espirituales que, debido a la escasez de medicinas proyectada en 85% por Freddy Ceballos, presidente de Fefarven (Federación de Farmacias de Venezuela), han absorbido la creciente necesidad de la población de buscar tratamientos para enfermedades crónicas e incluso para realizarse “cirugías”.

Un ejemplo de estos lugares es el Centro Espiritual Lino Valles. Son dos pisos: en el primero está la sala de espera (de lunes a sábado a reventar) y en el segundo están los cubículos para las consultas y “operaciones”.

Otro de los centros espirituales está bajo la dirección del Hermano Guayanés. No tienen permitida la luz artificial porque, según explica el espiritista, encandila a los santos.

Los santos son entes espirituales que presuntamente, al ser invocados, invaden la materia corporal de un huesped, el curandero, y este “santo” es quien se encarga de diagnosticar la dolencia del paciente. 

Otro “hermano” (como se definen entre los espiritistas) se encarga usualmente de las cirugías telepáticas que bien pueden servir para eliminar un cálculo renal como para extirpar un tumor maligno.

“Solo los sábados atendemos alrededor de 60 personas”, calcula Glenda Idalina, asistente del Hermano Guayanés.

“Últimamente, como desde 2014, ha habido un gran incremento de gente que viene a curarse, aunque en los últimos meses bajó por las protestas”, asegura Glenda, sentada delante de unos carteles que anuncian el precio de los servicios: Bs. 3.000 por la consulta, curaciones y citas, Bs. 6.000 los trabajos.

Los trabajos se refieren a las operaciones que realizan a quien haya sido previamente diagnosticado. En un habitáculo sin luz artificial, con una o dos velas encendidas y delante de un lúgubre altar donde convive una efigie de José Gregorio Hermández con un dibujo de Hugo Chávez y estampitas de la virgen, la Hermana tijeretea sobre el paciente (sin tocarlo nunca) y unta sobre su piel preparados de hierbas.

Ramón, un hombre de edad avanzada, aseguró que sintió cuando le lijaban un callo óseo que le dificultaba el caminar.

Paula Ballesteros, de 61 ANOS, relata que en Urológico de San Román, hace meses, le diagnosticaron un grave desgaste de cadera que requería intervención quirúrgica. El precio: Bs. 600.000.000.

“Bueno, ni vendiendo mi casa hubiese podido hacerme la operación, así que he estado viniendo acá a tratarme y de verdad que cada vez me siento mejor”, aseguró Ballesteros. Sin embargo, no podía subir ni bajar escaleras por sí sola.

Un hombre de 54 ANOS, que no paraba de temblar mientras seleccionaba hierbas en una cocina del Centro Espiritual, relató que sufre de Mal de Parkinson. A falta de recursos para comprar su medicamento que, además, aseguró no conseguir desde hace ANOS, es ayudante en el centro espiritual.

Con un cordón guindándole de la cintura, va detrás del Hermano Guayanés asistiéndole con un trago de ron o encendiéndole el tabaco.

Unas 40 personas llegaron y se fueron en mediodía y todas las que fueron consultadas, sin excepción aseguraban  que esa era su alternativa ante la imposibilidad, por los altos costos de las medicinas y la profunda escasez, de tratar sus dolencias en hospitales y clínicas.

NTN24

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