Por: Richard Blanco
En materia de alimentación los venezolanos realmente pasamos las de “Caín”, cada familia cuenta en su haber el hecho de que simplemente no hay nada que comer, no se entiende cómo los hombres y mujeres de bien se parten tanto el lomo para recibir una remuneración completamente distante de lo que merecemos y lo que necesitamos hoy en día para vivir ” decentemente”, ni pensar en hacerlo cómoda u holgadamente, en nuestro país eso es imposible, han extinguido de tal forma las riquezas de nuestro pueblo que eso solo se ha convertido en una quimera, una de las más lejanas por cierto.
Hemos visto con abismal preocupación los niveles de desnutrición que golpean a los venezolanos, y sin ir muy lejos hace un par de semanas trascendió el deceso de niños por esta causa en varios hospitales en franco detrimento, vemos con dolor cómo ha ido desapareciendo la contextura de los venezolanos, cuyo cambio en algunos ha sido radical en los últimos tiempos, habráse visto semejante crisis, perdemos medidas por el hambre que nos ha provocado el régimen de Nicolás Maduro. Hace mucho que no se come tres veces al día y la realidad es que ya sólo se consiguen algunos productos o sencillamente no nos alcanza.
Recientemente la FAO arrojó un dato que sospechábamos por los niveles de hambre y necesidad, la gran mayoría no tiene con qué comprar ni siquiera un pollo, la delgadez denota el cambio tan drástico que está viviendo nuestro pueblo. Según su estudio, la desnutrición en Venezuela en los últimos 10 años pasó de 10% a un 13%, es cierto, no hay mayor prueba del déficit alimentario que el diario roce con los venezolanos, pero nunca esta demás evaluar cifras como estas, para que no venga nadie del régimen, como se ha vuelto habitual, a decir que se está conspirando contra la patria, cuando los únicos conspiradores son ellos, responsables directos de la tremenda inseguridad alimentaria en Venezuela. Sí, el pueblo se muere de hambre, pero se muere también por recuperar el país, se muere también por tener una Venezuela con avances que garanticen la calidad de vida que merece la nación hija de un país rico.
Mientras todo esto ocurre ellos están bien gordos, comiendo lo que quieren, consiguiendo de todo, viajando, diciéndole al mundo que todo está bien. Pero la verdad tiene siempre una sola cara y las vejaciones, el ensañamiento contra la apertura de un canal humanitario que le facilite a los venezolanos paliar en un mínimo la crisis que vivimos, muestra a todas luces el descaro del régimen, lo que se ha querido siempre es que se abra un abanico de oportunidades para los más desvalidos, para los grupos más vulnerables. Que un régimen como esté trate de entender eso, es un hueso duro de roer. Podría calificarse incluso de una verdadera hazaña.
Nos negamos a que la vida que contemplamos hoy sea la vida del futuro, por mucho que ahora en el presente veamos un escenario incierto y algunos hasta con miedo, en la validez de esas emociones y sentimientos, un frente unido, tal cual muralla, debe aguerridamente dominar este impreciso momento y salir adelante, abrirse paso en este tiempo de desaciertos, los ciudadanos bien valen la pena. El ideal es impedir, que siquiera por un segundo más los desafueros que tienen a tantos venezolanos ahogándose en la más decadente miseria, en la más decadente y depresiva espiral del hambre sigan siendo las políticas del régimen.